La neotenia del tritón pirenaico en lagos de alta montaña

Sus cerca de 1.100 lagos alpinos constituyen uno de los elementos más característicos y atractivos de los Pirineos. Esculpidos por los últimos procesos glaciares, estos ecosistemas han sido estudiados con diferentes enfoques, desde la calidad de las aguas y su fitoplancton, hasta la importancia que han alcanzado como registro de los cambios climáticos más recientes. Pese a su reciente origen y aparente aislamiento, se han revelado como indicadores de la salud global del planeta. Se ha demostrado, por ejemplo, que registran el efecto del aumento global de las temperaturas e incluso fenómenos de acidificación o acumulación de pesticidas transportados por las corrientes atmosféricas (1).

Por su parte, los anfibios de los lagos de alta montaña han recibido escasa atención debido a que podrían parecer, en principio, poco relevantes. Sin embargo, existe una circunstancia que los hace muy atractivos, en particular las poblaciones de los lagos pirenaicos. En condiciones naturales, los anfibios son los únicos vertebrados presentes en dichos medios acuáticos o, como mínimo, los más abundantes. En ausencia de mamíferos, aves y reptiles acuáticos –por no hablar de los peces introducidos–, tanto los adultos como las larvas de salamandras y tritones ocupan las cúspides de las pirámides tróficas lacustres, en contraste con lo que sucede en ambientes acuáticos de menor altitud. Una de las consecuencias de los hábitos acuáticos de muchos de nuestros anfibios es que, dadas las extremas condiciones climáticas de la alta montaña, los lagos son para ellos un refugio ante las bajas temperaturas y garantizan además unas condiciones de humedad óptimas.