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INDICADORES Y VÍCTIMAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Oso polar: el señor de los hielos

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Los osos polares son los depredadores por excelencia del Gran Norte y unos excelentes bioindicadores del
estado de conservación de un ambiente helado que
se ve amenazado por el cambio climático –causante

del deshielo de la banquisa ártica– y la bioacumulación de contaminantes químicos. Quedan menos de treinta mil ejemplares y, a pesar de los acuerdos y leyes
que los protegen, aún son cazados
para exhibir su piel como trofeo.
Al revisar el registro fósil, sorprende lo reciente que es la historia del oso polar (Ursus maritimus) como especie diferenciada. Surgió en la última de las glaciaciones cuaternarias, hace menos de cien mil años, cuando unos osos de piel oscura cruzaron el estrecho de Bering para llegar a Norteamérica. Algunos quedaron atrapados en bancos de hielo y se vieron obligados a sobrevivir cazando focas. Para pasar desapercibidos blanquearon su pelaje: había nacido una nueva especie.

Considerado como el mayor carnívoro terrestre, es un portento de adaptación a las condiciones ambientales extremas del Ártico, el continente de los hielos flotantes. Sus ojos se protegen de la intensa radiación lumínica gracias a un opérculo que actúa como filtro polarizador. Dispone de una espesa capa de grasa subcutánea de varios centímetros de espesor, así como una piel oscura, casi negra, ideal para mantener el calor, protegida por un pelaje grueso y mullido.

Es omnívoro y puede ayunar durante varias semanas. Para buscar alimento –las focas son su presa básica por excelencia– utiliza un excelente olfato, capaz de detectar una presa a kilómetros, aunque se esconda bajo la nieve a más de un metro de profundidad. Horada el hielo y la nieve para capturarla y devora principalmente su piel y grasa. El resto quedará para otros carnívoros, como el zorro ártico (Alopex lagopus). Su técnica de caza preferida es el acecho ante el respiradero en el hielo de una foca; puede esperar durante horas, hasta que la aparición del hocico de la presa active un rápido zarpazo. Falla en más del 80% de los lances.
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