Ruth Muñiz y el águila arpía
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
En Quercus tenemos una heroína particular: se llama Ruth Muñiz y firma el artículo sobre el águila arpía que publicamos en las páginas 56-62. Si Ruth fuera inglesa o norteamericana, ya habría salido en la televisión y en las portadas de las revistas. Incluso podría haber protagonizado algún documental. Pero como es española y discreta, casi nadie ha reparado en ella. Sin embargo, tiene un mérito enorme.
Con su aspecto frágil y angelical, es capaz de pasarse meses aislada de la civilización. Penetra en las selvas más espesas de la Amazonia ecuatoriana, donde habitan las muy exigentes arpías, y se adapta a las costumbres de las comunidades indígenas. Vive entre los Cofán, navega en sus canoas, come lo mismo que ellos y se enfrenta a la vida con idéntica sabiduría. Si no fuera por sus anfitriones, estaría completamente sola. No dispone de un equipo de apoyo, sus medios son limitados y le cuesta trabajo conseguir dinero para seguir adelante. A cambio, cuenta con lo fundamental: no se arredra ante las dificultades y ama intensamente lo que hace. Por si fuera poco, fue nuestra corresponsal en Quito durante los recientes disturbios sociales, que presenció en primera fila.
Hay una pléyade de mujeres valerosas que han dedicado su vida a la conservación de la fauna. Todos conocemos a Jane Goodall, Diane Fossey y Biruté Galdikas, las célebres primatólogas cuya biografía ha quedado ya indisolublemente unida a la de chimpancés, gorilas de montaña y orangutanes. Ruth lleva camino de hacer lo mismo con el águila arpía, primero en Panamá y ahora en Ecuador, aunque ella no tenga a un Louis Leaky que le cubra las espaldas.
Como relata en su artículo, acaba de colocar el primer transmisor de radio vía satélite con GPS a un pollo de arpía. Así, como el que no quiere la cosa. A ella le parece lo más normal del mundo y prefiere concentrar su entusiasmo en la fauna amazónica y la convivencia con las comunidades locales. No da demasiada importancia a su proeza. Al revés, se considera una privilegiada. Es una chica tremenda, admirable.
En Quercus siempre hemos tratado de dar a conocer su trabajo e incluso sus peripecias personales. No hay problema en lo primero, pero a Ruth le cuesta realzar lo que hace y cómo lo hace. Entre sus virtudes, cuenta con esa modestia que distingue a las grandes mujeres.