Ecología del mosquito tigre, una nueva especie para Europa

El mosquito tigre (Aedes albopictus) fue descrito por primera vez en 1894 como “mosquito a rayas de Bengala”, aunque por sus colores bien podría haberse llamado “mosquito cebra”. Su aspecto puede resultar hermoso para los entomólogos, debido a las bandas blancas transversales de las patas, las manchas blancas y negras del abdomen y una línea blanca longitudinal que recorre la cabeza y el tórax, rasgos que destacan sobre su cuerpo negro. Como otros miembros del genero Aedes y a diferencia del mosquito común (Culex pipiens), el mosquito tigre vuela y ataca a sus victimas durante todo el día y se refugia entre la vegetación por la noche. Este ritmo de actividad hace mucho más difícil evitar sus picaduras, que se concentran sobre todo en las extremidades inferiores y provocan fuertes hinchazones, las cuales, como suele ocurrir con todos los insectos hematófagos, pueden desencadenar reacciones alérgicas en los sujetos más sensibles. La falta de pequeñas reservas de agua no es un obstáculo serio para esta especie, ya que sus huevos son muy resistentes a la desecación y pueden pasar varios meses en estado de diapausa. Incluso llegan a soportar las bajas temperaturas invernales. Gracias a esta increíble plasticidad ecológica, el díptero, originario de un área que va desde la India hasta Japón y desde Madagascar hasta Nueva Guinea, se ha dispersado a gran velocidad hacia América y Europa a partir de los primeros años ochenta (1).