¡ Zifio a la vista !

Tras una noche plácida a bordo del motovelero Tilaine, mecidos por el suave vaivén de las aguas del puerto, zarpamos muy temprano un sábado por la mañana, con el sol recién izado sobre la línea del horizonte. El mar está como un plato y ponemos rumbo noroeste hacia el cañón submarino de Cap Bretón. El objetivo es navegar unas 50 millas hasta situarnos, poco más o menos, frente al cabo Machichaco. Poco a poco, el Ratón de Getaria, el cerro de doble cumbre que sostiene el faro y protege al puerto de los temporales, va quedando atrás. Es precisamente desde el mar y en esta dirección cuando mejor se aprecia la silueta del monte, que evoca con justeza la cabeza y el cuerpo de un ratón, seguido de una larga cola que le une a tierra.

Aunque sabemos que en aguas cercanas a la costa hay pocas posibilidades de divisar grandes cetáceos, no paramos ni un momento de otear la superficie del mar. El día es radiante y no se vislumbra ni una sola nube. La tripulación está fresca y animada. Jon Arrázola es el patrón del barco y un anfitrión de primera. Isabel Guzmán, su socia, es una bióloga con amplia experiencia en el seguimiento de cetáceos por el golfo de Vizcaya. El pasaje está compuesto por Arturo Valledor de Lozoya, un veterano colaborador de Quercus; Javier Forcada, que en aquellas fechas aún era jefe de la Sección de Hábitats del Gobierno de Navarra; María Luisa Fernández del Castillo, muchas de cuyas fotos han ilustrado las páginas de esta revista; y, por último, el firmante, director de la publicación y un naturalista entusiasta, aunque condenado al trabajo sedentario. Estas escapadas son, de hecho, la sal que alegra tantas jornadas bajo techado.