La paradoja del
enriquecimiento, o por qué los ricos también lloran
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La paradoja del enriquecimiento afirma que cuando aumenta
el número de productores en un sistema ecológico, éste se vuelve
más inestable. Aunque ha despertado un fuerte sentimiento
de simpatía por parte de los ecólogos, su fundamento
es bastante débil.
Año 1925. El ecólogo estadounidense Alfred J. Lotka publica la que va a ser su obra más emblemática: Elements of Physical Biology. Sirviéndose de los mismos métodos que tan bien han funcionado en la física teórica, recurre a sistemas de ecuaciones diferenciales para diseñar modelos sobre las interacciones entre un depredador y su presa. Ese mismo año, en el otro extremo del mundo y de forma totalmente independiente, el matemático italiano Vito Volterra se sirve de un modelo muy similar para simular los datos que su yerno, Umberto d’Ancona, ha tomado durante veinte años sobre la pesca en el Adriático norte. Acaban de nacer las ecuaciones de Lotka-Volterra, un elegante instrumento matemático para recoger mediante dos sinuosas curvas todo el dramatismo de la lucha por la vida. Para la creciente comunidad de ecólogos, se trata de una fantástica noticia. A principios del siglo XX la ciencia de la Ecología se encuentra en plena adolescencia y es consciente de que, para alcanzar la mayoría de edad y codearse de tú a tú con el resto de las disciplinas, necesita desarrollar un sólido esqueleto teórico.