El mayor delfínido es el animal más contaminado del Ártico
Orca: la ballena intoxicada
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La ballena asesina ha pasado a ser codiciada por oceanarios de todo el planeta. Mientras, los turistas hacen cola en escenarios privilegiados, como el estrecho de Gibraltar, para subirse a un barco y disfrutar observando orcas. Se estima que hay unas cien mil y la UICN no las considera
amenazadas. Pero un estudio
encargado por WWF demuestra
que es la especie más
contaminada del Ártico.
Grabados amerindios en piedra y restos óseos de yacimientos mesolíticos y neolíticos en el norte europeo atestiguan que la orca (Orcinus orca), una de esas especies que siempre han despertado pasiones encontradas, ya era conocida por nuestros antepasados prehistóricos.
Su gran tamaño y hábitos depredadores le han granjeado una oscura fama. Cuando los primeros pescadores y balleneros vieron en acción al único cetáceo que ataca y devora a otros mamíferos, no tuvieron dudas en bautizarle como ballena asesina (killer whale, en inglés). Pero el paso del tiempo, un mayor conocimiento de sus costumbres y el creciente aprecio social por la vida silvestre han hecho que el temor y el odio de antaño hayan dado paso a la admiración por un animal sociable y muy inteligente, en realidad un delfínido más próximo evolutivamente a delfines y calderones que a las ballenas.
A la fascinación actual por las orcas no son ajenos las exhibiciones de ejemplares en delfinarios y oceanarios, películas tan entrañables como Liberad a Willy y documentales que han popularizado sus espectaculares acechos en las loberas o colonias de cría de leones marinos (Otaria byronia) de Península Valdés (Argentina) o sus tenaces persecuciones de gigantescas ballenas.
La orca disfruta de una de las distribuciones más cosmopolitas del mundo de los cetáceos. Presente en mares jurisdiccionales de más de sesenta países, suele ser más frecuente en zonas relativamente próximas a la costa, preferentemente de aguas frías, donde abundan sus presas potenciales.