2011 Año Internacional de los Bosques Federico Velázquez de Castro
Bosques, educación y belleza
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Con los bosques como recurso de educación ambiental no solo aprendemos que vale la pena conservarlos por su importancia y multifuncionalidad. También son referente cultural en todas las épocas y sociedades. El arte y la literatura les atribuye lo bello y grandioso de la vida. Todo parece querer convencernos de que salvar el bosque es una prioridad para nuestra supervivencia.
Desde la educación ambiental, creemos en el trabajo por lograr que cada ciudadano desarrolle un estilo de vida responsable, a partir de una interiorización de valores, al tiempo que mantiene una actitud crítica y comprometida frente al modelo social actual. En la mayor parte de las estrategias diseñadas para lograrlo, la naturaleza ocupa un lugar preferente. Nuestra forma de abordarla engloba la mayor cantidad de enfoques posibles, desde los científicos a los artísticos, en línea con los planteamientos transversales propuestos por la conferencia sobre educación ambiental que promovió la Unesco en octubre 1977, en Tiflis, capital de la actual Georgia.
Y es que si bien el objetivo fundamental de la educación ambiental es generar conciencia, ésta no siempre llega a través de planteamientos estructurales y científicos. Desde los sentimientos se pueden suscitar igualmente actitudes de admiración y respeto, paso previo a la conservación y cuidado. Los hermosos textos que escriben nuestros poetas, desde Pedro Salinas a José Antonio Muñoz Rojas, sobre los árboles o la naturaleza en general denotan una sensibilidad, que afirma el valor de lo contemplado (y cuando apreciamos valor en algún objeto, inmediatamente pasamos a convertirnos en sus principales protectores).
Apliquemos lo anterior a los bosques. ¿Qué es lo que poseen para que San Bernardo de Claraval afirmara en su célebre máxima “Encontrarás más en los bosques que en los libros”?