El pendenciero vinagrillo
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La alta capacidad colonizadora del vinagrillo y su fuerte expansión por buena parte de la península Ibérica le han valido el estigma de planta invasora. Y, en efecto, cuenta con eficaces adaptaciones que le permiten desplazar a la vegetación natural.
J. Ramón Gómezramongomez@herbanova.es
LOS INNUMERABLES HERBAZALES URBANOS repartidos por nuestras ciudades se encuentran repletos de plantas de todo tipo que se relacionan en aparente armonía. Sin embargo, si observamos con más detalle estas improvisadas comunidades vegetales, podemos intuir las disputas que entablan entre ellas. Cada una de esas hierbas prepara una astuta treta con el fin de obtener mayores recursos. Batallan en especial por la luz, que les permitirá generar la suficiente energía para cumplir con su principal objetivo: la perpetuación de la especie. Para ello deben hacerse con el suficiente espacio y tratar de alejar a sus competidores. Y en esto el vinagrillo (Oxalis pes-caprae) es un verdadero especialista.
En efecto, sus numerosas adaptaciones le permiten adelantarse en el calendario y desarrollar una serie de estrategias que resultan ventajosas frente a la mayoría de las hierbas con las que convive. Para ello empleará cuantos recursos estén a su alcance, desde un veloz crecimiento, hasta una prolongada floración, pasando por la lucha química o, por si todo esto fallara, una agresiva reproducción vegetativa. Dichas cualidades convierten al vinagrillo en una de las hierbas más agresivas de estos entornos alterados. Motivo por el que Andrés Ceballos llegó a afirmar, quizá con cierta exageración, que “Todo lo que tiene de bonito su floración lo tiene de ruin su sistema radical” (1). De hecho, la rápida expansión de la especie no ha despertado demasiadas simpatías entre agricultores y jardineros, que la consideran una temible plaga.