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ANÁLISIS DEL PAISAJE, CONSTRUCCIÓN DE LA BALSA Y SEGUIMIENTO DE SU EVOLUCIÓN

Cómo instalar charcas artificiales para anfibios en agrosistemas mediterráneos

Renacuajos de sapo corredor (Epidalea calamita) en la charca del olivar de Vado Carrasco, en Valdepeñas (foto: Laura Rodríguez).
Renacuajos de sapo corredor (Epidalea calamita) en la charca del olivar de Vado Carrasco, en Valdepeñas (foto: Laura Rodríguez).
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Las charcas temporales que salpican los agrosistemas mediterráneos son un hábitat crítico para la flora y la fauna acuática. Sin embargo, muchas de ellas han sido roturadas y ya no cumplen su función. La construcción de nuevas charcas en puntos estratégicos es una opción realista para conservar especies de particular interés, como los anfibios.

por Laura Rodríguez García y José María Rey Benayas
El hombre provoca cambios en su entorno a un ritmo mucho mayor del que tienen las especies para adaptarse. Por eso muchas de ellas están sufriendo extinciones a escala local, regional o global, así como alteraciones en su área de distribución (1). Algunos cambios en el uso del suelo, como la intensificación de la agricultura y la urbanización, suelen tener efectos negativos sobre las comunidades de anfibios, entre otras especies (2, 3). Por ejemplo, la mecanización del campo ha provocado la roturación de multitud de charcas en los agrosistemas mediterráneos. En este escenario, el análisis del paisaje es esencial para elaborar programas de conservación y restauración de hábitats (4). Los anfibios son excelentes indicadores de la salud de los ecosistemas y en España hay algunas especies que se encuentran amenazadas en mayor o menor grado, caso del sapillo pintojo meridional (Discoglossus jeanneae) (5). Por este motivo, las charcas temporales en ambientes mediterráneos, donde habitan y se reproducen varias especies de anfibios, están consideradas hábitats prioritarios por la Unión Europea. No obstante, dichas charcas están siendo destruidas actualmente o sufren una degradación acusada (6). De hecho, ya ha desaparecido alrededor del 50% de ellas en Europa occidental (7). De manera que tanto las balsas de nueva creación como la construcción o restauración de puntos de agua (fuentes, abrevaderos), favorecen la conservación de los anfibios y proporcionan otros servicios ambientales, como conferir heterogeneidad al paisaje (8).

En este artículo explicaremos cómo construir una charca artificial y evaluaremos su funcionamiento en olivares y campos de cereal en régimen de secano emplazados en el centro de España. Todo ello con el propósito principal de fomentar actuaciones de restauración del hábitat acuático en beneficio de los anfibios.

La zona de estudio se encuentra en Castilla-La Mancha y allí el proyecto Campos de Vida de la Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (FIRE) ha creado siete pequeñas charcas (9). La superficie del vaso oscila entre los 9’5 y los 26’5 metros cuadrados, mientras que su profundidad máxima es de 65 centímetros. Dos de ellas fueron construidas en el término municipal de Novés (Toledo), otras cuatro en Valdepeñas y la restante en San Carlos del Valle (Ciudad Real) entre los años 2008 y 2012. En la actualidad se están construyendo otras tres charcas.

Hemeroteca
Quercus 332 (octubre 2013)
Ref. 5301332 / 3’90
El declive del sapillo pintojo meridional en el Alto Ebro. Ion Garin-Barrio y otros autores.

Quercus 273 (noviembre 2008)
Ref. 5301273 / 3’90
Crear charcas para anfibios: una herramienta eficaz de conservación. Ricardo Reques y Miguel Tejedo.

Quercus 219 (mayo 2004)
Ref. 5301219 / 3’90
Medidas para la conservación del sapo partero común en el sureste de Madrid. Iñigo Martínez Solano y otros autores.

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