Un estudio impulsado por la UICN, que analiza más de ochocientos trabajos científicos publicados previamente, confirma que los plaguicidas sistémicos o neonicotinoides son un riesgo grave para abejas y otros polinizadores. Las evidencias respaldan la necesidad de un modelo agrario más sostenible y extensivo.
por Ana Carricondo y David de la Bodega
Una revisión de la literatura científica publicada en los últimos años sobre los plaguicidas sistémicos o neonicotinoides confirma que están causando daños significativos a un gran número de especies de invertebrados beneficiosos y son un factor clave en el declive de las abejas.
Según los autores del estudio, el uso de estos productos está teniendo un impacto similar al de los organofosfatos o el DDT –prohibidos precisamente por su impacto ambiental y sobre la salud– y el efecto va más allá de las tierras de cultivo.
Lejos de asegurar la producción de alimentos, estos plaguicidas están amenazando la propia capacidad productiva a largo plazo, ya que reducen o eliminan los polinizadores y los controladores naturales de plagas, elementos clave del buen funcionamiento de los sistemas agrarios.
Autores: Ana Carricondo (
acarricondo@seo.org) es responsable de agricultura de SEO/BirdLife y David de la Bodega trabaja en el área de conservación de esta ONG.