La conquistadora arenaria roja

En estas fechas veraniegas son comunes los desplazamientos hacia los lugares de vacaciones. Parapetados cómodamente en nuestros vehículos, podemos aprovechar los trayectos para observar la abundante diversidad vegetal que acogen cunetas y medianas, a las que tantas veces nos hemos referido en esta sección. Son innumerables las hierbas que consiguen establecerse allí en una lucha continua por la supervivencia, de manera que parecen lugares idóneos para examinar las capacidades de adaptación de estas especies ruderales (del latín ruderis, escombro). Además, identificar a estas plantas nos dará pistas sobre los ambientes que atravesamos durante el viaje.

Con el paso del tiempo, en estos terrenos marginales suele producirse una acumulación extra de materia orgánica, así como una mayor retención de humedad, lo que repercute en el elenco de especies vegetales. Pero también atravesaremos lugares recientemente alterados, donde los suelos están descabezados y sin la más mínima cobertura. Estas terribles cicatrices del paisaje, a pesar de su aridez, crean oportunidades de colonización a nuevas plantas más resistentes. De hecho, irán mejorando poco a poco gracias a estas especies pioneras, que primero preparan el terreno para otras plantas más exigentes y luego se verán desplazadas por ellas. Por este motivo muchas de esas hierbas tenaces se están empleando con éxito en proyectos de restauración de taludes, ya que frenan la erosión y abren paso a otras especies (1). Una de las hierbas con capacidad para crecer en las primeras etapas de recolonización vegetal es precisamente la arenaria roja (Spergularia rubra).