Declive de los bosques de algas en las costas atlánticas peninsulares y canarias

Las macroalgas emplean la energía de la luz para crecer y juegan en los sistemas marinos costeros un papel similar al de las plantas en el medio terrestre. Aunque están formadas por un talo simple, su morfología es muy diversa y abarca desde una fina lámina en algunas especies, hasta formas de cierta complejidad morfológica, como en el caso de las laminarias, que tienen una zona de anclaje a la roca, un eje de sostén y una amplia lámina superior para captar la luz. Pero, a diferencia de las plantas terrestres, no cuentan con tejidos diferenciados ni otras estructuras complejas. Tanto la fotosíntesis como la captación de elementos nutritivos se producen a través de la superficie que está en contacto con el agua del océano.

En nuestras costas del litoral atlántico, ya sean peninsulares o canarias, las macroalgas cubren zonas rocosas y pedreros, aunque no suelen superar los 20 ó 30 metros de profundidad. Forman así extensas praderas y bosques marinos sumergidos que proporcionan refugio y alimento a crustáceos, moluscos y alevines de peces, muchos de ellos de importancia comercial. Al mismo tiempo, estos bosques de algas son los primeros productores primarios del sistema costero y contribuyen a disipar la fuerza del oleaje (1). Tienen, por lo tanto, un papel primordial a la hora de mantener la salud de las costas.