Decenas de tortugas bobas e incluso algunas tortugas laúd han muerto en los últimos años al quedar accidentalmente atrapadas en las almadrabas que operan en Ceuta. Afortunadamente, la colaboración entre pescadores, ecologistas y administraciones ha logrado atenuar esta masacre en la ciudad norteafricana.
Por Álvaro García de los Ríos
Ceuta se encuentra enclavada en el estrecho de Gibraltar, entre dos mares y dos continentes. La privilegiada orografía de esta bonita ciudad, con un istmo y dos bahías, ha tenido como obligada consecuencia que esté indisolublemente ligada a la pesca. Un up-welling (afloramiento) local, el gran giro ciclónico del mar de Alborán y la mezcla de dos masas de aguas de distinta salinidad y temperatura explican la extraordinaria riqueza de su ecosistema marino.
Los fenicios, como ya hicieron en la península Ibérica, trajeron las almadrabas a estas costas. Los romanos de la antigua Septem Fratres las explotaban por entonces en la Bahía Norte de Ceuta y procesaban las capturas en una factoría de salazones adyacente, donde salaban los atunes en unas piletas construidas al efecto, para elaborar el codiciado aceite llamado garum.
Autor: El veterinario Álvaro García de los Ríos (
ziphio@hotmail.com) es presidente del Centro de Recuperación de Animales Marinos de Ceuta (Cecam). Además, coordina la red de varamientos Alborán Sur, que cubre el tramo litoral entre Ceuta y Melilla.