El área de distribución histórica de la subespecie de quebrantahuesos Gypaetus barbatus barbatus comprende casi todas las montañas de Eurasia y el norte de África. En Andalucía fue un ave muy común hasta finales del siglo XIX, sobre todo en las Sierras Béticas, donde la última reproducción documentada se produjo en Cazorla (Jaén) en 1983 y el último quebrantahuesos dejó de avistarse, también en Cazorla, a finales de 1986. Así, los quebrantahuesos ibéricos quedaron relegados a los Pirineos.
En el conjunto de Europa, junto a la población pirenaica y algunas parejas aisladas que han sobrevivido en Córcega y Creta, sólo existe otra población en los Alpes, gracias a un proyecto de reintroducción que fue iniciado a principios de los años setenta, basado en la cría campestre de ejemplares nacidos en cautividad. En 1985 se creó una red internacional de cría en cautividad formada por centros especializados y zoológicos europeos: El EEP (European Endangered Species Programme) del quebrantahuesos.
La principal causa de extinción del quebrantahuesos ha sido la presión humana, directa o indirecta. Factores como la utilización de cebos envenenados, el furtivismo o el expolio de nidos han sido tradicionalmente las principales causas que han provocado la situación actual de la especie. Otro de los problemas radica en la falta de conexión entre las distintas poblaciones existentes. Una población viable y autónoma a largo plazo en el sur de la península Ibérica permitiría restituir el flujo genético entre los quebrantahuesos pirenaicos y norteafricanos, contribuyendo, con ello, a la conservación global de la especie.