Con cámaras trampa en más de doscientos puntos de Girona, única provincia catalana con turones, se ha confirmado que sólo quedan tres núcleos reproductivos. También ha quedado demostrada la querencia de la especie por hábitats agrícolas tradicionales y zonas húmedas, la importancia del conejo en su dieta y la necesidad de activar un plan de recuperación.
Por Salvador Salvador, Quim Pou, Eloi Cruset, Xavier Llopart y Santiago Palazón
El turón europeo (Mustela putorius) es quizás el carnívoro que menor atención ha recibido por parte de investigadores, gestores y divulgadores de la fauna ibérica. De hecho, muchos ciudadanos ignoran su existencia como especie silvestre diferenciada de su pariente doméstico, el hurón. No obstante, y a pesar de la escasez de datos cuantitativos, se ha venido observando que se ha rarificado en varias regiones de Europa occidental (1).
Este mustélido nunca ha sido especialmente abundante en la península Ibérica, pero factores como su dinámica poblacional regresiva y una distribución extremadamente irregular ya permitían augurar diez años atrás su precario estado de conservación (2). Desde entonces, poco se ha avanzado en el conocimiento del estatus de la especie a nivel estatal. En cualquier caso, a la luz de los datos disponibles, se puede afirmar que el turón es claramente más abundante en el centro y noroeste peninsular que en levante, donde la especie se ha rarificado en extremo. En la vecina Francia, donde su presencia sí ha sido cuantificada (1), se reproduce un patrón similar, siendo el turón más escaso en las regiones mediterráneas.
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