Comer y no ser comido ha sido siempre un verdadero motor de la evolución animal. Dado que las formas orgánicas guardan una relación estrecha, tanto entre ellas como con su entorno, para desentrañar el proceso evolutivo tan importante es conocer la biología de las especies extintas como la biodiversidad del pasado. Las cadenas tróficas son un pilar de cualquier ecosistema y pocas relaciones entre organismos determinan tanto la forma orgánica.
Establecer quién se comía a quién y, en definitiva, las cadenas tróficas, ocupa buena parte de la investigación de los paleoecólogos. Pero hay que buscar las evidencias, ya sean directas o indirectas, que generalmente son diversas y muchas veces sutiles. Una investigación que recuerda en ocasiones a la de la policía científica, al CSI (Crime Scene Investigation).
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