Con unas 100.000 especies conocidas, los moluscos constituyen el segundo filo más numeroso del reino animal, sólo superado por el de los artrópodos. Entre las muchas estrategias vitales desarrolladas por los moluscos, hay algunos bivalvos que se han especializado en excavar sus propias galerías. Valiéndose de este hábito, en mayo de 2014 un representante de la familia Pholadidae llegó a la Península Ibérica, Martesia fragilis, cuya presencia ocasional en nuestras aguas se debe, entre otras cosas, a su capacidad para perforar tejidos vegetales (1). Los cuatro ejemplares recolectados arribaron a la playa de Vilamoura, en el Algarve portugués, a bordo de un coco flotante. Tanto el cocotero (Cocos nucifera) que proporcionó el vehículo como sus tripulantes procedían de algún punto del Caribe y lograron llegar a las costas peninsulares impulsados por la corriente del Golfo en un invierno de duros temporales.
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