Julio Verne ambientó su novela El faro del fin del mundo en la isla de los Estados, en la Patagonia argentina, y aunque Mario Vargas Llosa sitúa los acontecimientos de La guerra del fin del mundo en el noreste brasileño, frecuentemente se ha calificado así el conflicto de las Malvinas (1). Todas esas regiones remotas del extremo meridional del continente americano se han considerado repetidamente como el “fin del mundo”. Por eso hemos llamado a las dos especies de grandes cánidos que vivieron en aquella zona “los lobos del fin del mundo”.
Una de esas dos especies era el lobo de las Malvinas (Dusicyon australis), que se extinguió en el siglo XIX y hay muchos datos sobre su desaparición. La otra, Dusicyon avus, es prácticamente desconocida e incluso carece de nombre vulgar, dado que sólo han llegado hasta nosotros restos fósiles y subfósiles distribuidos por gran parte del Cono Sur americano. Aquí la llamaremos “lobo continental austral”, para poder diferenciarla de la especie insular.
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