De cómo traducir el flujo apabullante de información en unas actuaciones cada vez más necesarias se habló mucho algunos días antes. Del 27 al 28 del pasado mes de noviembre, un buen número de periodistas y divulgadores especializados en naturaleza y medio ambiente nos dimos cita en la quinta planta del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Allí, en la sala Ramón Gómez de la Serna, se celebró el XIII Congreso de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) que, por cierto, acaba de cumplir sus primeros 25 años. Los miembros de la redacción de Quercus formamos parte de APIA desde su fundación y a lo largo de todo ese tiempo no hemos dejado de preguntarnos cuál es la mejor manera de hacer lo que hacemos, es decir, divulgar mensajes complejos sobre conservación de la biodiversidad. Este fue, de hecho, el lema y el hilo conductor del congreso de APIA. Hay algo que sí hemos aprendido y compartido: no hay fórmulas mágicas. Pero también es cierto que las respuestas que nos fuimos dando en aquellos dos días han moldeado la línea editorial de Quercus durante sus casi cuarenta años de andadura.
Uno de nuestros sellos de identidad ha sido recurrir siempre y de la forma más directa posible al criterio experto de científicos, conservacionistas y ecologistas, que son nuestras fuentes de información por antonomasia. Gracias a ellos hemos podido difundir contenidos con un plus de credibilidad, lo que nos ha convertido en el medio de referencia dentro del mundillo de la conservación de la naturaleza. Por eso mismo algunos de nuestros expertos no podían faltar al congreso de APIA y fuimos moderadores de una tertulia en la que contamos con tres de los colaboradores fijos más seguidos por nuestros lectores: Carlos M. Herrera, Joan Mayol y Santos Casado. ¡Ahí es nada!
Como era de esperar, todos ellos ofrecieron ideas muy jugosas en un congreso especialmente frecuentado por profesionales y estudiantes. Carlos M. Herrera se refirió por ejemplo al “pacto social con la verdad” que tienen en común científicos y periodistas, lo que les convierte en dos colectivos profesionales que deberían casar bien para comunicar toda la complejidad asociada a la biodiversidad. Al más puro estilo Quercus, Joan Mayol apostó por el equilibrio entre información, opinión y emoción como una de las mejores vías para alcanzar nuestros objetivos. Otra es que haya diversidad de comunicadores, no sólo periodistas, con interés y formación para trasladar mensajes, tal y como apuntó Santos Casado.
Todos estuvimos de acuerdo en que el concepto de biodiversidad ha alcanzado un gran éxito mediático y social, pero fue preciso reconocer que periodistas y comunicadores debemos tener claro qué significa para poder trasmitirlo con éxito a la opinión pública. Ahí es donde resulta decisiva la aportación de expertos y, en nuestro caso, también colaboradores y amigos. Nada mejor en estos tiempos confusos de bulos, noticas falsas e hiperactividad informativa.
Tampoco es mala fórmula optar por la estrategia del escritor y periodista Manuel Rivas, que fue el encargado de pronunciar la conferencia inaugural del congreso. Hizo una mezcla bien condimentada de activismo y poesía, otra forma de pasión que llega directamente a las entrañas de cualquier destinatario.