Los Planes de Recuperación del oso pardo (Ursus arctos), puestos en marcha por las diferentes comunidades autónomas que comparten su área de distribución -Cantabria desde 1989, Castilla y León desde 1990, Asturias desde 1991 y Galicia desde 1992- marcan las directrices que han de llevarse a cabo para evitar la extinción de la especie. En todos ellos la reducción del número de osos muertos por causas no naturales es un objetivo prioritario.
Según los datos oficiales del censo de osas con crías de 2018, la población osera cantábrica oscila en una horquilla de 230 a 270 ejemplares. Otras fuentes, como Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), aseguran que la población ya ha llegado a los 350 ejemplares, según recientes declaraciones a Radio Nacional de España recogidas por Europa Press. Lamentablemente, podemos constatar que no existe coordinación ni intercambio de datos entre Administraciones y otras organizaciones que históricamente vienen trabajando en el seguimiento del oso pardo. Estas diferencias en las cifras aportadas por quienes llevan años monopolizando los censos oseros sólo llevan a la confusión.
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