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Un recorrido por la Historia Natural francesa de los siglos XVIII y XIX

Los sabios naturalistas del Jardín de Plantas de París

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Las estatuas que adornan el Jardín de Plantas de París, creado por Luis XIII en 1635, rinden homenaje a los grandes naturalistas franceses que escribieron la
Historia Natural europea durante los siglos XVIII
y XIX. Un periodo de esplendor que tuvo

su continuación en las ideas evolutivas
propuestas por Charles Darwin y
Alfred Russel Wallace

en Inglaterra.
Para Henri Bernardin de Saint-Pierre (1737-1814) la naturaleza es una madre bienhechora que protege a sus criaturas. El escritor francés, precursor del romanticismo, desarrolla esta idea acerca de la bondad natural en la novela Paul y Virginie, obra que obtuvo un enorme éxito tras su publicación. El autor sitúa a los protagonistas, dos adolescentes con una sexualidad aún dormida, en un ambiente de exhuberancia tropical en el que las hojas de los árboles sirven para protegerse de la lluvia y la tierra feraz ofrece todo lo necesario para vivir en armonía. Sobre la isla en la que habitan encuentran incluso frutos que, como el melón, están pensados para ser degustados en comunidad, ya que las rodajas que finalmente se repartirán entre los comensales aparecen prefiguradas sobre la piel del manjar. El entorno paradisíaco en el que transcurre la acción es la actual isla de Mauricio, posesión francesa en la que el autor residió durante algún tiempo. De vuelta a la metrópoli, Bernardin de Saint-Pierre fue nombrado intendente del Jardín de Plantas Medicinales de París. Un extraño giro del destino, pues aquel que había ensalzado la vocación protectora de la naturaleza indómita pasaba a ser responsable de un pedacito de naturaleza artificial, de un jardín urbano curiosamente destinado a estudiar y someter aquello que él mismo había conocido y admirado en su esplendor salvaje. Quien hoy día pasee por el Jardín de Plantas tendrá ocasión de descubrir un monumento erigido a la memoria del escritor y de los personajes. A Bernardin de Saint-Pierre se le representa pensativo sobre su poltrona, mientras que Paul y Virginie, acompañados por un perro y apoyados contra el pedestal, se resguardan de los frecuentes aguaceros de París bajo las hojas de platanera de un mínimo fragmento de selva.
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