Por Alejandro Martínez-Abraín
Los ponentes en el encuentro de Sierra Nevada al que se refiere Diego Ontiveros en su artículo de Quercus 396 (febrero de 2019) plantearon su preocupación por el crecimiento de las poblaciones de ungulados ibéricos (ciervo, corzo, jabalí, cabra montés), así como la necesidad de la caza como medio de gestión de los herbívoros, ante la escasez de depredadores.
Casi todas las especies en cuestión son estrategas de la r (especialmente el jabalí), es decir, sus tasas de crecimiento poblacional dependen sobre todo de la fecundidad y no tanto de la supervivencia/mortalidad, a menos que esta mortalidad se produzca en masa, debido a fenómenos denso-dependientes, como las enfermedades infecciosas. Por lo tanto los cazadores, a no ser que se dediquen a matar hembras y crías, no van a tener un impacto real sobre las poblaciones. Y me consta que los cazadores no están por la labor de descastar crías o hembras preñadas porque no les parece ni atractivo ni ético.