Por el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC)
Si bien todos los vertebrados somos sensibles al plomo, las aves lo son especialmente y un grupo en concreto destaca sobre todas ellas: los buitres.
Se considera que la principal fuente de intoxicación por plomo de estas aves necrófagas deriva del uso de munición de plomo en la caza.
Una bala, al impactar contra un animal, se puede romper en hasta quinientos pedazos y aunque los cazadores suelen llevarse la carne, las vísceras quedan en el campo.
En otras ocasiones, el animal herido por el impacto de una bala no se puede localizar, por lo que acaba muriendo en el campo, dejando su carroña a merced de los buitres.
Para hacernos una idea de la magnitud del problema, conviene recordar el caso del cóndor de California (Gymnogyps californianus), que estuvo a punto de desaparecer a causa del plumbismo (intoxicación por plomo).