Por Carlos Javier Durá, Pablo Ayerza, Carlos Cano, José Jiménez, José Antonio Sánchez-Zapata y Zebensui Morales-Reyes
La utilización ilegal de cebos envenenados lleva décadas siendo uno de los principales problemas para la conservación de la biodiversidad (1, 2, 3, 4). Según datos de WWF y SEO/BirdLife, que junto con otras ONG han trabajado en España para intentar erradicar el uso del veneno en el medio natural, aún sin tener cifras exactas, se estima que entre 1992 y 2017 podrían haber muerto en nuestro país al menos 200.000 animales entre aves y mamíferos por esta causa.
El veneno afecta particularmente a especies carroñeras y depredadoras, muchas de ellas amenazadas, como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus), el milano real (Milvus milvus), el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el alimoche (Neophron percnopterus), el lince ibérico (Lynx pardinus) o el oso pardo (Ursus arctos). Otras especies, como el carismático y siempre perseguido lobo ibérico (Canis lupus signatus), también son víctimas de los envenenadores de fauna salvaje.