Siete especies, la gran mayoría endémicas, han sido encontradas en un estudio sobre atropellos de aves realizado en Santa Cruz, la isla más poblada del archipiélago de Galápagos. Las conclusiones de este trabajo pueden ser útiles para compatibilizar la conservación de la biodiversidad insular en un contexto de crecimiento económico.
Por José María García Carrasco y Antonio Román Muñoz
Las islas Galápagos están consideradas como un ecosistema único por la singularidad de sus endemismos, producto de los procesos evolutivos, al mismo tiempo que un símbolo de la conservación. No obstante, las actividades humanas no pasan desapercibidas en el remoto archipiélago, a unos mil kilómetros de la costa de Ecuador, Pacífico adentro.
La población humana de Galápagos ha pasado de 1.346 residentes a mediados del siglo pasado a más de 25.000 a día de hoy. A este incremento poblacional habría que sumarle los turistas que cada año visitan las islas, que han pasado de 70.000 al año en 1999 hasta los más de 275.000 turistas que anualmente recibe el archipiélago en la actualidad.
La Isla de Santa Cruz es la más poblada del archipiélago, ya que alberga el 60% de la población, y sufre las mayores consecuencias del proceso de antropización.
Su carretera principal, que recorre la isla longitudinalmente, fue pavimentada en el año 2000. Esto trajo consigo un incremento del parque automovilístico y, a su vez, un mayor número de atropellos de fauna, algo que probablemente se agravará debido a la tendencia de crecimiento del archipiélago.
Valorar este problema ha sido el objetivo de nuestro estudio, con el que hemos pretendido una primera incursión en la mortalidad por atropello sobre la avifauna de Galápagos, con una elevada riqueza de especies endémicas y emblemáticas.
Muestreos en bicicleta
Durante julio de 2017 recorrimos a diario y en bicicleta dos tramos de la citada carretera principal, en busca de aves accidentadas.
Ambos tramos se encuentran en diferente estado de conservación. Mientras que uno está bien pavimentado y es muy usado por taxis, autobuses y camiones que transportan residentes, turistas y mercancías, el segundo está en peores condiciones de mantenimiento y es menos transitado. Debido a su deterioro, en este segundo tramo la velocidad de los vehículos es menor que en el primero.
La reinita de manglar de Galápagos es la especie que resultó más afectada en el estudio de atropellos.
En la fotografía, una pareja sobre rocas volcánicas en la Isla de Santa Cruz (foto: Antonio Román Muñoz).
En nuestro estudio encontramos 168 aves atropelladas entre los dos tramos, pertenecientes a siete especies: el garrapatero aní (Crotophaga ani), el sinsonte de Galápagos (Mimus parvulus), la reinita de manglar de Galápagos (Setophaga petechia aureola), el pinzón de Darwin vegetariano (Platyspiza crassirostris), el pinzón de Darwin chico (Geospiza parvula), el pinzón de Darwin fuliginoso (Geospiza fuliginosa) y el pinzón de Darwin picomediano (Geospiza fortis).
Todas estas aves son endémicas de las Galápagos, a excepción del garrapatero aní, que es una especie exótica invasora. El ave más castigada por los atropellos fue la reinita de manglar de Galápagos.
Exceptuando el primer kilómetro inicial de cada tramo, encontramos aves atropelladas a lo largo de toda la carretera muestreada. Sin embargo, los dos tramos mostraron diferencias notables en el número de aves accidentadas.
En el primer tramo encontramos 125 ejemplares, lo que supone una densidad de 18’27 aves atropelladas por kilómetro, casi el triple de la del segundo tramo.
Además, las aves atropelladas no estuvieron igualmente distribuidas a lo largo del primer tramo, pues hubo un segmento con una densidad especialmente elevada, con 49 aves por kilómetro.
Algo está cambiando
La fauna insular, dado su aislamiento, es más susceptible a los impactos humanos que sus parientes continentales. Aunque gran parte de las islas oceánicas del Pacífico han perdido muchas de sus aves endémicas, en el caso de las Galápagos se ha conservado prácticamente intacta su avifauna hasta la fecha.
Desgraciadamente, el estado de conservación de algunas de estas especies endémicas está cambiando. Son los casos del pinzón de manglar (Geospiza heliobates) y el petrel de cas. Han de comenzar a sonar las alarmas de modo que puedan tomarse medidas que reduzcan la afección de la mortalidad en carreteras.
Lo que más influye: la velocidad del tráfico
Dada las características inherentes a ambos tramos es natural encontrar un mayor número de aves Galápagos (Pterodroma phaeopygia), que en la actualidad se encuentran catalogados “En peligro crítico” en la Lista Roja de la UICN.
La situación es aún más crítica en las islas habitadas debido a la destrucción del hábitat y la introducción de especies exóticas y enfermedades.
En este contexto, aunque los resultados de nuestro estudio en la isla de Santa Cruz son conservadores, podemos adelantar que apuntan a una tasa de mortalidad anual considerablemente alta: 219’24 y 74’16 ejemplares por kilómetro y año en el primer y segundo tramo, respectivamente.
Estas tasas de atropello son indudablemente severas y afectan principalmente a especies endémiatropelladas en el de mayor tráfico. Sin embargo, la distribución de los atropellos a lo largo de ese primer tramo pone de manifiesto desigualdades dentro del mismo recorrido.
Esta fotografía muestra un hábitat de la isla de Santa Cruz (Galápagos) muy similar al del
segundo tramo de carretera muestreado en el estudio (foto: Antonio Román Muñoz).
En concreto, encontramos un segmento de un kilómetro de longitud en el que el número de aves encontradas fue notablemente elevado (el 39% del total en ese tramo). La ausencia de señales de tráfico que limiten la velocidad y ser un tramo deshabitado, sin edificios residenciales, favorece que los conductores circulen rápido, lo que podría estar detrás de este punto negro de mortalidad.
En otros estudios ya se ha puesto de manifiesto que más que la densidad de tráfico es la velocidad de los vehículos la que desempeña un papel fundamental en los atropellos de fauna y en la aparición de puntos negros de mortalidad por esta causa.
Nuestro estudio, junto con futuros trabajos ya en marcha, contribuirá a planificar medidas de gestión del tráfico que permitan compatibilizar la conservación de aves endémicas de Galápagos con el tráfico rodado.
No es fácil controlar el número de vehículos en un área que está experimentando un cada vez mayor crecimiento socioeconómico. Pero la aplicación de controles de velocidad del tráfico podría reducir la afección con un bajo coste, ayudando así a proteger y preservar la biodiversidad de Galápagos.
AUTORES
José María García Carrasco (jmgc@uma.es), biólogo por la Universidad de Málaga, está realizando su tesis sobre enfermedades zoonóticas transmitidas por aves.
Antonio Román Muñoz es profesor en el Departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga. Ambos están interesados en la biogeografía aplicada a la conservación de las aves amenazadas.
ARTÍCULO DE REFERENCIA
J.-M. García-Carrasco, W. Tapia y A.-R. Muñoz (2020). Roadkill of birds in Galapagos Islands: a growing need for solutions. Avian Conservation and Ecology, 15 (1): 19.