Por Juan Carlos Blanco, Rubén Laso y Omar Alonso
Una noche de agosto un lobezno de apenas tres meses decide alejarse de su encame más de lo normal. De pronto, un picor: ¡malditas pulgas! Tras rascarse frenéticamente, sigue su ruta. Esta escena, grabada en 2011 por una de nuestras cámaras de fototrampeo, permitió certificar que tras más de medio siglo de ausencia el lobo (Canis lupus) volvía a criar en la provincia de Madrid (1).
Aunque la noticia causó cierto revuelo por su poder simbólico, este hecho constituía un paso más de un proceso recolonizador bien conocido. La especie se expandió a partir de los años setenta, desde sus últimos reductos del noroeste peninsular hacia los desarbolados campos de la meseta en los años ochenta y noventa, para cruzar masivamente el río Duero hacia el año 2000 (2) y criar en las faldas segovianas de la sierra de Guadarrama a partir de 2008.
Los trabajos de campo que permitieron a la asociación Sierra Carpetania detectar la primera manada en la Comunidad de Madrid se habían desarrollado desde 2009. Estos trabajos se sistematizaron y se hicieron profesionales a partir de 2013, cuando los autores de este artículo fuimos contratados por la actual Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad de la Comunidad de Madrid para hacer el seguimiento de la especie.
AUTORES
Juan Carlos Blanco Gutiérrez (jc.blanco2503@gmail.com) es doctor en biología y está especializado en el estudio y conservación del lobo. Es miembro de dos grupos de expertos de la UICN: Canid Specialist Group y Large Carnivore Initiative for Europe.
Rubén Laso Valhondo es geógrafo y Omar Alonso Bautista es capataz forestal. Ambos pertenecen a la asociación Sierra Carpetania y se dedican al seguimiento de los lobos madrileños desde su aparición, hace más de diez años.