Hace justo cincuenta años, en junio de 1971, se prohibió en España la caza del oso pardo, el armiño y el meloncillo. Lo que comenzó como una simple veda temporal se convirtió, en 1973, en una protección permanente que se ha prolongado hasta la actualidad para los dos primeros carnívoros. En cambio, el meloncillo perdió su condición de especie protegida en 2011.
Por Juan José Ferrero-García
Mediante la Orden de 24 de junio de 1971, el Ministerio de Agricultura fijó los periodos hábiles de caza y las vedas especiales para la campaña cinegética de 1971-1972. Su artículo 16 estableció una lista de “especies protegidas en todo el territorio nacional” (1). La mayoría eran aves que ya se habían salvaguardado con las órdenes generales de veda de años atrás. En ese listado también figuraba el lince ibérico (Lynx pardinus), lo cual tampoco constituía ninguna novedad pues desde 1966 estaba prohibida su captura (2). Lo que sí supuso una innovación fue la incorporación de otros tres mamíferos carnívoros a esa relación de fauna protegida: el oso pardo (Ursus arctos), el armiño (Mustela erminea) y el meloncillo (Herpestes ichneumon).
Este nuevo impulso al proceso de preservación de la vida silvestre se debió, en parte, a la promulgación de la Ley 1/1970, de Caza. Su artículo 23 prescribió una serie de medidas protectoras, principalmente en favor de “las especies de interés científico o en vías de extinción”. Es decir, era una norma para cuya redacción se atendió a criterios conservacionistas actuales (3).
AUTOR
Juan José Ferrero García es biólogo. Comenzó su carrera profesional en la Estación Biológica de Doñana y desde 1997 trabaja en la Junta de Extremadura. Además, está interesado en la historia de la conservación de la fauna y sus relaciones con el hombre, temas a los que ha dedicado una quincena de publicaciones en revistas científicas y de divulgación ambiental.
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