Al norte de la Altiplanicie Mexicana y formando parte del desierto Chihuahuense, se encuentra un territorio en forma de bolsa que cruza los estados de Chihuahua, Coahuila y Durango. Se trata del Bolsón de Mapimí, donde valles, montañas aisladas, colinas, cañones, sierras y un desierto que parece interminable conforman una región de enorme biodiversidad.
El grupo de los cactus es una de las comunidades vegetales más abundantes de la reserva.
El Bolsón de Mapimí alberga a la Reserva de la Biosfera Mapimí, la primera constituida en México y América Latina, en 1979, con una extensión de más de 300.000 hectáreas para la protección, conservación y desarrollo de los recursos naturales y de las comunidades que allí subsisten. El clima es árido con lluvias en verano e inviernos frescos, temperaturas de más de 40º C y una evaporación diez veces mayor que la precipitación. La temperatura cambia a lo largo del día y de la noche y existe una baja disponibilidad del agua.
Su situación en el altiplano, entre dos cadenas montañosas, la Sierra Madre Occidental y la Oriental, hace que su geología sea de lo más variada. Sus habitantes (unos 350 habitantes en la actualidad), antiguamente indígenas cazadores y recolectores nómadas, viven hoy en día en rancherías dispersas y ranchos ganaderos en la zona. La ganadería extensiva de bovinos y equinos, la recolección de candelilla, la extracción de sal de lagunas efímeras (Laguna de Palomas y Laguna del Rey), la agricultura de riego, la producción de caprinos y la minería (dolomita, zinc, cobre y plata) son el modo de vida de la población.
Más de cuatrocientas especies de plantas
La vegetación de Mapimí consiste en matorral y pastizal, con plantas pequeñas y arbustos de hojas diminutas, lo que les permite evitar la pérdida de agua. Una de ellas, la gobernadora, domina el paisaje. Se trata de un arbusto aromático pequeño de hasta cuatro metros de altura. Su tallo es ramificado desde la base y sus hojas son pequeñas y brillantes, por la resina que producen. En el poblado de Ceballos, las mujeres fabrican talco-desodorante para calzado con hojas de gobernadora.
Existen más de cuatrocientas especies de plantas en Mapimí, de las cuales unas treinta son endémicas del desierto Chihuahuense. Los cactus son los terceros en número de especies. Muchas de ellas, además de su interés botánico y ecológico, tienen importancia por sus usos actuales.
Las tortugas, de hábitos excavadores, viven en madrigueras y pueden alcanzar grandes tamaños.
Alacranes, tarántulas, chapulines, avispas gigantes, escarabajos del estiércol o milpies son algunos de los pequeños animales que viven en este entorno. También encontramos reptiles como ranas, lagartijas, culebras y víboras. Destacan la tortuga del Bolsón y la lagartija de las dunas, especies endémicas y catalogadas como en peligro de extinción.
Entre las aves hay una gran cantidad de especies acuáticas residentes y migratorias presentes en las masas de agua donde encuentran un refugio durante el invierno. Estas aves constituyen un espectáculo maravilloso, cuando se juntan en grandes cantidades y forman fascinantes alegorías aéreas. Tan solo en la Reserva de la Biosfera Mapimí se encuentran más de doscientas especies de aves, entre residentes, migratorias o invernantes. Predominan rapaces, codornices, palomas, golondrinas, carpinteros, patos, garzas y correcaminos, entre otras especies. De estas, doce se encuentran en alguna categoría de amenaza, como el águila real o la lechuza llanera.
Las liebres son los mamíferos más comunes del lugar y alimento principal del coyote y de otros carnívoros.
Tampoco faltan los mamíferos. En Mapimí encontramos alrededor de sesenta especies: tlacuaches, musarañas, coyotes, felinos, zorras, tejones, venados, jabalíes, conejos y liebres, siendo notablemente grande la biodiversidad de roedores y quirópteros. Por lo general, han desarrollado adaptaciones a las condiciones extremas de aridez. Ejemplo de ello son las ratas canguro, animales nocturnos que, para evitar el estrés del calor, se entierran u oculan durante el día. No almacenan agua y tampoco la pierden por el sudor ya que no tienen glándulas sudoríparas.
La 'Zona del Silencio'
El Bolsón de Mapimí también tiene su leyenda. La historia de la “Zona del Silencio” comienza a principios de los años setenta, cuando un cohete de la NASA, el Athena, cayó en esta región. Bajo el supuesto de que el artefacto estaba contaminado con material radiactivo, al retirarlo de la zona, se extrajeron varias toneladas de arena del área vecina al lugar del impacto. Mientras, los lugareños comenzaron a comentar que no se escuchaba la radio, que existía un cono magnético que bloqueaba la transmisión de ondas radiofónicas. Así comenzó la historia de la "Zona del Silencio".
Al margen de la leyenda, Mapimí tiene un notable protagonismo en cuanto a la investigación científica. Ello se debe en buena parte al Laboratorio del Desierto, construido gracias al apoyo del Héctor Mayagoitia, gobernador del Estado de Durango, dentro de una superficie de veinte hectáreas donadas por Rosendo Aguilera, propietario del rancho "San Ignacio", y cedido al Instituto de Ecología (Inecol), que estaba por entonces bajo la dirección de su fundador, Gonzalo Halffter, con la finalidad de poder llevar a cabo estancias prolongadas para realizar las investigaciones ecológicas en la Reserva de la Biosfera Mapimí, en medio del Desierto Chihuahuense.
Vista de la "Zona del silencio". A la derecha, un nopal morado, típico de ese ambiente.
AUTORA
Karina M. Grajales, licenciada en biología, trabaja para la Red de Diversidad Biológica del Occidente Mexicano del Instituto de Ecología (Inecol), en el Centro Regional del Bajío (Pátzcuaro, Michoacán). Contacto: karina.grajales@inecol.mx