Gordoncillo es un pequeño pueblo de la provincia de León, con poco más de trescientos habitantes, que ha tenido una original idea: convertir su antiguo coto de caza en uno fotográfico. Aprovechando la gran cantidad de aves que campean por allí, cada vez más aficionados a la ornitología deciden pasar una agradable jornada y llevarse unas cuantas fotos de sus especies favoritas, algunas de ellas realizadas desde un observatorio instalado en el propio coto.
Texto: Manuel A. González, Sandra González y Ainoa Arronte
Fotos: Begoña Laínez, José Luis Hernández y Javier Roces
A principios de este siglo, las vicisitudes legales jugaron a favor de la fauna de un pequeño pueblo vitivinícola del sur de la provincia de León. El equipo de gobierno de aquel momento hizo una apuesta por la conservación que no encajaba dentro de los tópicos esperables para un pueblo de la estepa cerealista leonesa. El Ayuntamiento de Gordoncillo, de poco más de trescientos habitantes, perdió la figura legal de coto de caza que hasta entonces habían tenido sus escasas tres mil hectáreas. Corría el año 2003 y desde entonces en Gordoncillo no se escucha ni un solo disparo.
El año pasado los habitantes decididieron preservar el coto y darle una nueva utilidad, esta vez desde el punto de vista de la observación respetuosa. De aquí surgió la iniciativa de crear el primer coto fotográfico de España, con el objetivo de dar a conocer la gran diversidad ornitológica que habita en un entorno antropizado.
En las orillas del río Cea, las tierras de secano y regadío dominadas por viñas y cereal atraen cada primavera a decenas de codornices (Coturnix coturnix) cuyo macho canta sin cesar para, cuando unos días más tarde lleguen las hembras, intentar captar la atención de alguna de ellas. Al final de la época reproductora, y ya con los pollos listos para la migración, estas codornices se librarán de los disparos de la media veda, cosa que no les pasará a las de pueblos vecinos.
Primer plano de una codorniz, una de las muchas aves que se pueden fotografiar en Gordoncillo.
En el propio municipio y sus inmediaciones, cárabos (Strix aluco), grajillas occidentales (Corvus monedula), cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) y abejarucos europeos (Merops apiaster) son fáciles de escuchar y observar con la llegada del buen tiempo. Y si el paseo se alarga unos kilómetros fuera del pueblo, avutardas (Otis tarda), y aguiluchos pálidos (Circus cyaneus) y aguiluchos cenizos (Circus pygargus) harán las delicias de los observadores de aves.
En Castilla y León se concentra casi el 20% de las áreas destinadas a la caza en España, con unos 5.500 terrenos cinegéticos que ocupan más de ocho millones de hectáreas. No solo es esta la comunidad autónoma con mayor extensión de terreno cinegético, sino que este supone casi el 90% del territorio regional. De este terreno, la caza menor de aves recolecta al año casi once millones de presas, en su mayoría palomas, zorzales, perdices y codornices. Estas actividades se han visto reducidas durante los últimos años por la pérdida del interés social en ellas y por el creciente número de iniciativas de protección de especies hasta entonces consideradas cinegéticas. Con el paso de los años, han disminuido significativamente el número de licencias expedidas y muchos cotos de caza se han perdido por asuntos legales.
Un hide para observar aves sin ser visto... ni molestarlas
La ruta ornitológica empieza en el mismo pueblo de Gordoncillo. Una vez más, el visitante puede verse engañado al pensar que allá donde el hombre reside, pocas son las aves que se atreverían a cohabitar con él. Sin embargo, escondidas entre los árboles y en los huecos de construcciones abandonadas, construyen sus nidos especies de lo más curiosas. Especies que, si bien no mantienen la misma cercanía con nosotros como las palomas y los gorriones, encuentran cobijo en la tranquilidad de muchos pueblos.
Ainoa Arronte, una de las autoras del artículo, observa un grupo de abejarucos desde el hide.
La ruta prosigue por Fuente Retuerta, un hábitat húmedo con disponibilidad de agua incluso en meses estivales. En este entorno idílico, la diversidad de aves aumenta significativamente, pudiendo encontrarse algunas tan majestuosas como la garza real (Ardea cinerea) o rapaces nocturnas y diurnas, todas ellas atraídas por la presencia de agua.
Una vez pasada Fuente Retuerta, entramos en plena zona agraria, donde el visitante podrá maravillarse con las infinitas extensiones de cereal y los verdes viñedos que tiñen el campo con los vibrantes colores de las estaciones. Son estos hábitats prolíferos en rapaces tales como el busardo ratonero (Buteo buteo), el cernícalo primilla (Falco naumanni) o el aguilucho cenizo, que nidifica a ras de suelo en los inmensos laberintos de trigo y cuyo número se ha visto reducido debido a los adelantos de las cosechas. También residen en los campos especies tan vistosas como la abubilla (Upupa epops), la perdiz roja (Alectoris rufa), el sisón (Tetrax tetrax) o la avutarda, que llenan los terrenos con su espectacular presencia.
Bonita estampa de una avutarda paseando por los terrenos del coto fotográfico de Gordoncillo.
En el coto se ha instalado un observatorio o hide para facilitar el avistamiento de distintas aves, entre ellas el abejaruco europeo. Esta especie, famosa por su colorido plumaje y su canto característico, nidifica en taludes de tierra, muchas veces creados por el propio hombre. El hide puede usarse gratuitamente durante la temporada de cría del abejaruco, entre mediados de abril y finales de agosto.
Esperemos que cunda el ejemplo
La creación de iniciativas como este coto fotográfico por parte de pueblos y asociaciones supone un gran avance para la conservación y cohabitación del hombre con distintas especies. De esta manera, se pone en relevancia el valor de nuestra avifauna más allá del uso recreativo y deportivo de la caza. Además, supone un ejemplo de cómo una gran diversidad de fauna puede existir y cohabitar con el hombre, no solo como vecinos nuestros sino como grandes aliados. Muchas aves encuentran en nuestro entorno hábitats idóneos para su nidificación, pero también alimento, como insectos y pequeños roedores, que podrían suponer una plaga para nosotros sin el control de estos discretos depredadores.
Citando a Antonio Machado: "Todo lo que se ignora, se desprecia". Y en el ejemplo de pueblos como Gordoncillo comprobamos que conservar y apreciar la fauna en su medio natural supone un paso adelante para una gestión sostenible de nuestros ecosistemas y una cohabitación del hombre con otras especies.
Una pareja de mochuelos "posa" para una foto realizada en el coto fotográfico de Gordoncillo.
AUTORES
Manuel A. González (magong@unileon.es), doctor en biología, trabaja en la empresa Más que Pájaros. Dedica el tiempo a hacer cosas como consultoría ambiental, documentales de conservación y, si le quedan ratos libres, escribe y disfruta mirando el mundo por los prismáticos.
Sandra González, estudiante de biología de la Universidad de León, es apasionada de dar paseos por el campo y descubrir lugares nuevos, de hecho camina por cualquier derrotero ambiental con el fin de encontrar y marcar su camino profesional siempre que esté vinculado a la biología de la conservación.
Ainoa Arronte, estudiante de biología de la Universidad de León, está obsesionada con que las actividades humanas respeten y permitan vivir al resto de especies. Ha disfrutado de lo lindo en este proyecto para el ayuntamiento de Gordoncillo, combinando aves con los mejores caldos prieto picudo Denominación de Origen León.
Más información:
https://cotofotografico.es/