La transformación de la agricultura de secano ha acelerado la destrucción del hábitat de las aves esteparias, algo a lo que también contribuyen factores como el auge de las energías renovables. La situación es tan acuciante que urge un pacto nacional entre administraciones, asociaciones conservacionistas y sindicatos agrarios.
Por Rafael Arenas
El modelo agrario tradicional parece estar condenado a la desaparición y los hábitats de las aves esteparias están siendo destruidos con plantaciones de leñosas, más rentables y subvencionadas. En los últimos años ha aparecido otro factor de transformación del paisaje, las plantas solares fotovoltaicas y los parques eólicos. Son proyectos que también pueden afectar a estas especies tan amenazadas hoy en día si en las evaluaciones de impacto ambiental no se blindan las áreas de mayor importancia para ellas.
El ave más emblemática entre las esteparias, la avutarda (Otis tarda), tiene una población estimada entre 22.000-24.000 ejemplares según el último censo estatal, del año 2019 (1). Desde 2008 se ha calculado una disminución cercana al 10-14% para el conjunto nacional. Mediante más de veinte mil localizaciones procedentes tanto de avutardas marcadas con emisores como de censos realizados en todas las zonas de distribución de esta especie en España, recientemente hemos sabido que más de la mitad de su hábitat está amenazado por proyectos fotovoltaicos, al quedar fuera de la Red Natura 2000 (2) (ver Quercus 444, págs. 34 y 35).
AUTOR
Rafael Arenas, licenciado en Ciencias Biológicas, tiene amplia experiencia en la gestión de espacios protegidos y del medio natural en Andalucía. Es miembro de la Plataforma para la Conservación de las Aves Esteparias y sus Hábitats en Andalucía (PCAEH).
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