Hace más de diez años se inició un proyecto piloto en el Parque Natural de la Albufera de Valencia basado en la transformación de tres campos de arroz en otros tantos humedales artificiales. A lo largo de esta década han ofrecido ya numerosos servicios ecosistémicos: mejora de la calidad del agua, aumento de la diversidad de hábitats y especies, educación, ocio e incluso desarrollo económico.
Por Nuria Carabal, Eric Puche y María Antonia Rodrigo
La acelerada transformación que el ser humano impone al medio ambiente tiene consecuencias que perjudican al funcionamiento natural de los ecosistemas y que repercuten negativamente sobre nuestro propio bienestar. De hecho, si hay ecosistemas que requieren una especial atención, son sin duda los humedales, entendidos como áreas de transición entre los sistemas terrestres y acuáticos, en los que el nivel freático se encuentra en la superficie del terreno o cerca de ella. El desarrollo y supervivencia de la humanidad ha estado fuertemente ligado a tales espacios y lo cierto es que seguimos dependiendo de que funcionen adecuadamente para lograr sustentarnos.
Actualmente, estos ecosistemas tan valiosos nos proveen de numerosos “servicios ecosistémicos”. Este término, acuñado a finales de los años sesenta con la premisa de “conocer para conservar”, da nombre al conjunto de bienes obtenidos de su funcionamiento natural y que contribuyen a nuestro bienestar. Dichos servicios se dividen actualmente en cuatro grandes grupos: aprovisionamiento (obtención de alimentos, agua, energía), regulación (mejora de la calidad del aire y del agua, equilibrio climático), culturales (enriquecimiento espiritual, ecoturismo, tradiciones) y soporte (conservación de la biodiversidad y todos los procesos naturales de los ecosistemas, como el reciclado de materia y la formación de suelo). Los ecosistemas nos ofrecen anualmente estos servicios, valorados en miles de millones de euros, de forma totalmente gratuita.
AUTORES:
Nuria Carabal de Antonio es bióloga y está formándose como investigadora en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia. Tras cursar un máster en Biología de la Conservación, prepara su tesis doctoral sobre el papel ecológico de los tres humedales artificiales de la Albufera de Valencia.
Eric Puche Franqueza es doctor en Ecología y un experto en macrófitos acuáticos. Estudia los procesos que intervienen en los ecosistemas de agua dulce, sobre todo mediante aproximaciones experimentales a diferentes escalas.
María Antonia Rodrigo Alacreu es catedrática de Ecología e investigadora con una amplia experiencia en restauración y conservación de ecosistemas acuáticos. En particular, se interesa por los productores primarios que intervienen en las interacciones biológicas de los humedales.
Dirección de contacto:
Nuria Carabal
Correo electrónico: nuria.carabal@uv.es