Algunos avances logrados en la reciente COP16 de Cali (Colombia) no camuflan la decepción por la falta de acuerdo en asuntos de vital importancia cuyo retraso amenaza con hipotecar el cumplimiento del Marco Mundial de Biodiversidad alcanzado hace dos años.
El pasado 1 de noviembre, los casi doscientos países reunidos en Colombia en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP16) acordaron crear el denominado Fondo de Cali. Esta decisión supondrá que las empresas que utilicen información digital sobre secuencias (DSI) de recursos genéticos de la biodiversidad en sus productos deberán destinar una parte de sus beneficios o ingresos a dicho fondo.
Sin embargo, las discusiones sobre decisiones clave se pospusieron a pesar de las maratonianas negociaciones finales. Este resultado amenaza con socavar la confianza en el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal y su aplicación.
Aunque aún se están ultimando los detalles sobre cómo se gastará el Fondo de Cali, se ha acordado que el 50% se destinará a los pueblos indígenas y las comunidades locales, ya sea directamente o a través de los gobiernos. Esto permitirá por fin a estas comunidades, incluidas las mujeres y los jóvenes, participar en los beneficios.