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La conservación del lobo en la provincia de Zamora

Apuntes para la gestión de una especie conflictiva

Miércoles 22 de octubre de 2014
Con una superficie de 10.559 kilómetros cuadrados, la provincia de Zamora alberga
una importante población de lobos y puede considerarse un auténtico bastión
para la subespecie ibérica, Canis lupus signatus. En el nutrido mosaico
de sus ambientes naturales, desde la montaña sanabresa hasta
la llanura cerealista de Tierra de Campos, el lobo ocupa tanto
áreas saludables como otras donde los conflictos
con los ganaderos y la alteración del hábitat
suponen obstáculos para su conservación.


Diferentes factores definen la situación actual del lobo ibérico en Zamora. Por un lado, el emplazamiento geográfico de la provincia, rodeada por los importantes núcleos loberos de León, Orense y el distrito portugués de Braganza, que han facilitado su presencia incluso en las épocas de más dura persecución (1). A esto hay que añadir su situación periférica, la tradicional ausencia de grandes vías de comunicación y el éxodo rural iniciado en los años cincuenta, que se ha saldado con una densidad de población cifrada actualmente en 19 habitantes por kilómetro cuadrado. En tales circunstancias, los medios forestales avanzan en detrimento de los agrícolas, sobre todo en la franja occidental, lo que beneficia al lobo. La especie también se ha visto favorecida por la creación de la Reserva Nacional de Caza de la Sierra de la Culebra en 1973, convertida en Reserva Regional a partir de 1996, la prohibición del veneno en 1983 y las campañas de concienciación de los últimos tiempos.

Por otra parte, la Ley de Caza de 1970 considera al lobo especie cinegética al norte del Duero, pero limita sus capturas a un determinado periodo del año. Por el contrario, la Directiva de Hábitats lo cataloga como especie de interés comunitario prioritario al sur de este mismo río

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