Los adultos están activos en otoño e invierno
Miércoles 22 de octubre de 2014
Las únicas poblaciones conocidas de unicornio de Amelia, un pequeño escarabajo asociado a los excrementos del ganado, se encuentran radicadas en la franja litoral de la provincia de Cádiz. Quizá también esté presente en zonas vecinas de Málaga, pero es difícil que haya tolerado el intenso desarrollo urbano de la Costa del Sol.
De las tres especies de escarabajos del género Hybalus que habitan en España la más conocida es sin duda el unicornio de Amelia (H. ameliae), un pequeño insecto que apenas mide un centímetro de longitud. Las otras dos son el unicornio de Báguena (H. baguenai) y el unicornio de Sáez (H. saezi). Los tres unicornios son totalmente negros, aunque a veces se dan ejemplares castaño rojizos entre los inmaduros, y tienen una distribución muy localizada, pues son endémicos de las sierras litorales de la provincia de Cádiz. Los machos se caracterizan por tener un cuerno más o menos largo, suavemente recurvado hacia atrás, al que alude el nombre vulgar de estos interesantes y desconocidos insectos.
Por lo poco que sabemos, el unicornio de Amelia vive bajo tierra durante la mayor parte de su existencia y a veces se refugia debajo de las piedras o de excrementos secos del ganado vacuno. Los adultos se dejan ver entre finales de otoño y la primera mitad del invierno, aunque se encuentran individuos aislados hasta el mes de mayo. Los escasos datos ecológicos disponibles sugieren que la puesta tiene lugar entre diciembre y enero, que es cuando se encuentran parejas alojadas en agujeros de poca profundidad. En esta época también se ha comprobado que los adultos buscan excrementos secos, aunque reblandecidos por la humedad del suelo y las lluvias, para alimentarse de hongos y materia vegetal en descomposición. En primavera, por el contrario, conforme van haciéndose más escasos, se han observado tendencias netamente coprófagas, de manera que los adultos se desplazan hacia excrementos más frescos para alimentarse de ellos.
En cualquier caso, parece que no son muy selectivos a la hora de elegir la fuente de alimento. Unas veces se encuentran en excrementos de gran volumen, como los del ganado vacuno y caballar, mientras que en otros casos aparecen en las pequeñas deyecciones de los conejos (1, 2), por lo que podrían considerarse eurífagos, es decir, capaces de explotar un amplio espectro alimentario.
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