Miércoles 22 de octubre de 2014
La polémica del trasvase del Ebro ha abierto el debate sobre la otra gran infraestructura hidráulica en la que se inspira el proyecto
finalmente derogado: el trasvase Tajo-Segura, que desde finales de los años setenta
deriva agua del centro peninsular hacia
el sureste ibérico. Castilla-La Mancha
apuesta por su cierre.
Asistimos en los últimos meses al esperanzador panorama de la política ambiental del nuevo Gobierno socialista, con la ministra Cristina Narbona como principal responsable. La derogación del trasvase del Ebro es ya una batalla ganada, algo que buena parte de la opinión pública, así como científicos y ecologistas, además de la mayoría de la población de las regiones afectadas, estaban esperando que ocurriera.
Ahora toca hablar de otro trasvase, el del Tajo-Segura. Esta obra faraónica fue iniciada por Franco en 1971, para que siete años más tarde empezaran a llegar las primeras aguas robadas del río Tajo al Levante, en detrimento de Castilla-La Mancha, cuando ni sobre el papel ni sobre la conciencia ciudadana existía entonces un sentimiento de regionalismo. Sólo un insignificante grupo de intelectuales y personas concienciadas vislumbraron el incierto futuro de unas tierras que seguían olvidadas.
Noticias relacionadas