Miércoles 22 de octubre de 2014
Seis años después del vertido minero de Aznalcóllar (Sevilla), que afectó a más de 4.000 hectáreas del cauce del Guadiamar, ha llegado el momento de evaluar con criterios objetivos el alcance real de la contaminación. Para ello se han utilizado los llamados “elementos traza” acumulados en las hojas, los frutos y las semillas de distintas especies de árboles y arbustos que crecen a orillas del río, en terrenos afectados por el vertido tóxico. Una bióloga de la Universidad de Sevilla, Paula Madejón, y dos investigadores del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNA), Teodoro Marañón y José Manuel Murillo, han estudiado la presencia de arsénico, plomo y cadmio, entre otros elementos, en la vegetación ribereña que hoy ocupa las antiguas vegas agrícolas, repobladas precisamente como parte del proyecto de restauración del Corredor Verde del Guadiamar.