La isla alberga una asombrosa fauna de tórtolas y palomas
Miércoles 22 de octubre de 2014
Con una superficie
algo mayor que la de la
península Ibérica, Nueva
Guinea es la segunda
isla más grande del
mundo. Sin embargo, mientras que en toda
Europa sólo viven
cuatro especies de
columbiformes autóctonas, en Nueva Guinea hay casi cincuenta, dieciséis de ellas endémicas. Si el
caso de la paloma
migratoria americana
ilustra cómo se extinguen las especies, la gran
diversificación de las
palomas en Nueva
Guinea es un excelente ejemplo de cómo
se originan.
Presentes en las cumbres del Himalaya y en los desiertos americanos, las palomas probablemente sean las aves más adaptables a diferentes tipos de biotopos. De lo que no hay duda es que se encuentran entre las aves mejor dotadas para el vuelo, ya que las palomas domésticas de competición, por ejemplo, pueden alcanzar los 100 kilómetros por hora y recorrer 1.000 kilómetros en un solo día. En Nueva Guinea, sin embargo, bastantes especies tienen hábitos tan terrícolas que ya apenas vuelan. Es el caso de las guras, también llamadas palomas coronadas por su magnificente tamaño y su espectacular cresta de plumas. Extinguidos los dodos y los solitarios, las guras, con 12 kilos de peso y 75 centímetros de longitud, son las columbiformes más grandes que existen y también las más longevas, pues llegan a vivir 45 años en cautividad. Estas palomas pertenecen al género Goura, endémico de Nueva Guinea, y cuenta con tres especies: la gura Victoria o septentrional (G. victoria), la gura sureña o de pecho marrón (G. scheepmakeri) y la gura azul u occidental (G. cristata). Todas ellas son muy parecidas y por eso constituyen un buen ejemplo de especiación reciente, proceso que cabe atribuir a las barreras geográficas en el caso de las guras, ya que, aunque las tres especies viven en bosques de llanura, están aisladas unas de otras por cadenas montañosas que no son capaces de franquear, algo que sí podía hacer su común y más volador antepasado. Las guras no han perdido aún la capacidad de volar, pero sólo lo hacen si algo las asusta y hasta las ramas más bajas de los árboles. En ellas construyen también el nido, hecho con ramas y frondes secos de palmas, en el cual ponen su único huevo, a diferencia de la mayoría de las palomas, que ponen dos.