Miércoles 22 de octubre de 2014
Como era de esperar, el reto sobre la hipótesis Gaia y la disolvente
propuesta de su autor, James Lovelock, de recurrir a la energía
nuclear para combatir el calentamiento global, ha levantado
una buena polvareda entre los lectores de Quercus.
Acerca de Gaia...
Rosa Burgos (
rosaburgos@telefonica.net) ha enviado un extenso documento en el que describe la evolución de la biosfera desde sus orígenes. Como viene siendo habitual en estos casos, me limitaré a reproducir algunos párrafos significativos, si bien puedo facilitar el texto completo a quien me lo pida. “Se podría mejor considerar la vida”, afirma Rosa, “como un proceso más que como un tipo de materia. Los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela consideran a la vida como un proceso de ‘autopoiesis’. Una unidad autopoiética, u holón, produce las mismas partes de las que se compone y las mantiene en perfecto estado de funcionamiento mediante la renovación constante. Un holón autopoiético funciona bajo sus propias reglas y crea un límite que lo distingue de su entorno y a través del cual intercambia materiales con su medio ambiente. Nuestra Tierra, Gaia, estaría viva según ese concepto.” Enlazando con la teoría endosimbiótica de Margulis (que se ha tratado previamente en esta sección), Rosa recuerda que “hay (bacterias) que se introducen dentro de huéspedes protistas, los cuales aprenden a tolerar a sus invasoras y luego a cooperar con ellas para dar lugar a una nueva clase de criatura: las mitocondrias. Sin las mitocondrias no podríamos mover un dedo, nos mantienen vivos. ¿O somos nosotros los que trabajamos para ellas? Quizás seamos taxis gigantes, que las mitocondrias construyen para viajar por ahí de forma segura y confortable. Han hecho un buen trabajo al diseminarse por todo el planeta.”
Una idea recurrente en este documento es que la concentración de oxígeno atmosférico ha aumentado sin interrupciones a lo largo de la evolución, lo que está en desacuerdo con la opinión de los biogeoquímicos, que afirman que el oxígeno atmosférico se estabilizó en su actual nivel del 21% en el Silúrico, hace unos 430 millones de años. Pero, de acuerdo con su punto de vista, “al contar con mayores cantidades de oxígeno disponible y con un aumento de la producción de masa vegetal como base de las cadenas alimentarias, también comenzaron a aumentar de tamaño los animales, hasta llegar a los titanes, los dinosaurios. ¿Qué hubiera ocurrido con los dinosaurios si no hubiese colisionado con la Tierra el aerolito que fue su Némesis? La respuesta es sencilla, hubieran desaparecido de todos modos. Los mamíferos y las aves llegaron a tener un tamaño casi tan grande como el de los dinosaurios. Pero, ¿qué pasó con ellos? Se extinguieron y esta vez no fue por culpa de un aerolito, ni ciertamente tampoco por la nuestra, pues tardíamente nos comeríamos a algunos pero no a todos. La extinción masiva de los grandes mamífe
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