El sigiloso regreso de los halcones urbanos
Miércoles 22 de octubre de 2014
Tras más de treinta años de ausencia, la ciudad de Barcelona cuenta de nuevo con una población nidificante de halcón peregrino. Este éxito ha servido de
colofón a un proyecto impulsado entre 1999 y 2004 por el Ayuntamiento de la capital catalana y cuyo objetivo principal ha sido reintroducir a la especie
en el casco urbano.
La relación del halcón peregrino con el hombre podría calificarse “de ida y vuelta”. Ave respetada, venerada e incluso protegida en la antigüedad, vivió sus peores momentos en los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando a la caza y la persecución legal se sumaron los efectos deletéreos de algunos insecticidas de uso agrícola que contienen compuestos organoclorados (DDT y DDE) y ciclodienos, además de ciertos contaminantes industriales como los bifenilos policlorados (1). Como consecuencia de todo ello, en algunos puntos del planeta esta rapaz de distribución cosmopolita llegó a situarse al borde de la extinción. Por ejemplo, a mediados de 1975 había desaparecido la población entera de Falco peregrinus anatum –la subespecie propia de Norteamérica– en el este y el medio oeste de Estados Unidos. Para entonces sólo quedaban 35 parejas reproductoras refugiadas en algún estado del oeste (2). La subespecie mediterránea, Falco peregrinus brookei, no se vio tan afectada en España por los efectos perniciosos de los compuestos organoclorados, gracias al escaso uso que se hizo de ellos en un campo todavía poco mecanizado e industrializado (3). Sin embargo, el expolio de pollos para la cetrería y la actividad de las tristemente famosas Juntas de Extinción de Animales Dañinos condujeron a la subespecie a una situación comprometida.
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