Precariedad de una especie descrita para la ciencia hace una década
Miércoles 22 de octubre de 2014
A principios de los noventa se descubría en España una nueva especie de vertebrado. Se trataba de un anfibio endémico de Pirineos, que
habitaba en cursos de agua bien conservados de alta montaña. Más
de una década después, la rana pirenaica se precipita hacia la
extinción, mientras se intensifican los esfuerzos para salvaguardar
esta joya faunística de la que muchos no han oído ni hablar.
La rana pirenaica es un anfibio torrentícola, endémico de los Pirineos. La detecté en el Alto Aragón a finales del siglo XX. El hallazgo tuvo lugar en septiembre de 1990, durante un estudio sobre los vertebrados del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, cuando observé en el área periférica de este espacio protegido una rana cuya conducta y morfología eran distintas a las de la rana bermeja (Rana temporaria), común en los Pirineos.
Las prospecciones que hice posteriormente para determinar el alcance del descubrimiento condujeron a la descripción en 1993 de una nueva especie para la ciencia, presentada a la comunidad científica con el nombre de Rana pyrenaica (1).
Desde entonces, varios estudios sobre la especie, gran parte de ellos subvencionados por el Departamento de Medio Ambiente de Aragón, han permitido avanzar notablemente en el conocimiento de las singulares características ecológicas de este animal, así como reflejar su precario estado de conservación actual (2, 3, 4, 5).
Hoy en día sabemos, por ejemplo, que la rana pirenaica, adaptada a las rigurosas condiciones ambientales de los cursos de agua del Pirineo central y occidental, tiene querencia por torrentes de cabecera de valle más o menos caudalosos, con fondos de piedra o roca. Suele compartir hábitat con el tritón pirenaico (Euproctus asper). De hecho, el grado de coexistencia es elevadísimo. En más del 80% de las localidades donde se ha hallado la primera también estaba el segundo. Sin duda existe un fenómeno de convergencia en cuanto a requerimientos ecológicos, más estrictos en la rana, que favorece la presencia de ambos en el mismo hábitat.
Noticias relacionadas