Miércoles 22 de octubre de 2014
Ni los espacios protegidos ni sus áreas aledañas se libran de la ofensiva urbanística sobre los últimos tramos costeros mediterráneos que quedan sin trasformar. En nuestras páginas hemos prestado atención hace poco a dos casos muy significativos. Uno, el Parque Regional de Calblanque, sector de la sierra litoral de Cartagena (Murcia) también protegido por un LIC que, a no ser por la presión ecologista, los informes científicos y la intervención de la Comisión Europea, iba a ser en parte modificado para urbanizar. Otro, el Parque Natural de las Salinas de Santa Pola (Alicante), en cuyo límite sur, muy cerca del mar, se está levantando un gran complejo turístico de más de un millar de viviendas.
Pero nada es comparable a lo que está ocurriendo en el cabo de Gata (Almería), el rincón más bello y singular de todo el Mediterráneo español. En la mente de muchos, este reducto de naturaleza volcánica, aridez extrema y connotaciones norteafricanas se mantiene a salvo gracias al Parque Natural que desde hace casi veinte años abraza tanto su medio terrestre como su franja marina, reforzado por la triple protección internacional de Reserva de la Biosfera, Sitio Ramsar y ZEPA. Eso es porque no han visto el hotel colosal que se está construyendo en el sector norte del parque, casi al pie de la playa de El Algarrobico (más información en págs. 64 y 65).
Fue la primera parada de un tour muy especial que la gente de Amigos del Parque Natural Cabo de Gata preparó para la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) del 4 al 6 del pasado marzo. Durante esos tres días, los organizadores insistieron en dar todo tipo de explicaciones y documentos sobre lo que se le venía encima a este espacio protegido con el nuevo PORN, a cuya memoria descriptiva han tenido acceso. Estas siglas son algo así como la letra pequeña –a menudo frustrante– del contrato que las Administraciones, en este caso Junta de Andalucía, firman con la sociedad para preservar un santuario natural.
Pero al grupo de invitados, con mirar alrededor, nos era más que suficiente. A continuación, algunas postales escogidas del recorrido: urbanismo descontrolado por doquier que en el nuevo PORN, según nuestros anfitriones, se fomentará; impulso previsto a los regadíos al aire libre –a sumar a los cultivos ilegales bajo plástico que ya hay dentro del parque– en detrimento de una agricultura ecológica y tradicional; temor a que se reduzca el nivel de protección de la franja costera y marítima fuera de las Reservas Integrales ya creadas.
El último punto visitado fue la desembocadura de Rambla Morales, donde ha criado la emblemática malvasía cabeciblanca, anátida amenazada a escala mundial. Muy cerca de este refugio de aves acuáticas, cercado por invernaderos, se está construyendo una desaladora que, según nos contaron, no extraerá agua del mar, sino del acuífero de la zona, por ser mucho más sencillo y barato. ¿Alguien lo entiende?