La cooperación española en el Caribe venezolano
Miércoles 22 de octubre de 2014
Como otros sistemas insulares bien
conservados, el archipiélago venezolano de Los Roques se enfrenta a dos
importantes retos: explotar de forma sostenible sus recursos pesqueros y
planificar correctamente el turismo, un sector en auge. Ambas actividades son compatibles con la salvaguarda de
sus extraordinarios valores naturales, como han tratado de demostrar
sobre el terreno los técnicos
del programa Araucaria.
El Parque Nacional Archipiélago Los Roques es un conjunto de islas situado a 160 kilómetros al norte de La Guaira, importante ciudad portuaria de la costa venezolana, y ocupa una superficie de 220.000 hectáreas. Alberga en su interior una de las comunidades mejor conservadas de arrecifes coralinos, praderas de fanerógamas marinas y manglares de todas las islas caribeñas. Fue creado en 1972 como homenaje de Venezuela al primer parque nacional del mundo, el de Yellowstone (Estados Unidos), y es un buen ejemplo de los éxitos que puede alcanzar la conservación cuando se limitan las actividades humanas en beneficio de la biodiversidad.
Algo más de treinta especies de plantas han logrado adaptarse al ambiente seco y salino que predomina en las tierras emergidas del archipiélago, repartidas en cuatro comunidades dominantes: los manglares, las sabanas de herbazales, las comunidades xerofíticas (adaptadas a la sequedad) y las comunidades halófilas (resistentes a la salinidad). Los manglares y las praderas de fanerógamas marinas proporcionan alimento, sustrato y una amplia variedad de ambientes a buena parte de las especies que habitan en el parque nacional.
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