Población especialmente vulnerable, en el extremo oeste de su distribución mundial
Miércoles 22 de octubre de 2014
Habitar las cumbres, a menudo en zonas de acceso muy difícil, ha obstaculizado mucho el estudio del gorrión alpino, tan adaptado a las condiciones cambiantes y extremas de la alta montaña como
poco conocido. Pero el seguimiento
de este paseriforme en la cordillera
Cantábrica ha sacado a la luz detalles
y curiosidades de la población más
occidental y de menor altitud de la
especie en toda su área
de distribución mundial.
En todo el mundo, existen siete especies de aves del género Montifringilla, que se distribuyen por las grandes cordilleras de Europa y Asia, donde viven en las cimas de esta enorme área geográfica. A menudo ocupan áreas remotas y desoladas, muy apartadas de asentamientos humanos, con temperaturas que suelen ser extremadamente bajas y sin apenas signos visibles de alimento.
Todas ellas muestran una variable cantidad de plumaje blanco en vuelo y a los lados de la cola. Varias han adoptado una curiosa relación de nidificación simbiótica con algunos mamíferos (1). Así, en las mesetas tibetanas, situadas a gran altitud pero donde no abundan los cortados rocosos, las aves tienen que buscarse la vida como pueden: M. taczanowskii, M. ruficollis, M. blanfordi y M. davidiana utilizan galerías de unos pequeños roedores llamados pikas (género Ochotona) para nidificar.
El más ampliamente distribuido del género es el gorrión alpino (Montifringilla nivalis), único que alcanza tierras europeas. La población cantábrica tiene un interés especial, ya que se halla en el límite occidental de la distribución mundial de la especie. Está presente a lo largo de casi 140 kilómetros lineales de cumbres, desde las estribaciones occidentales del pico Cornón, en el concejo asturiano de Somiedo, al oeste, hasta el entorno del pico Curavacas y Peña Pietra, a caballo entre Cantabria y Palencia, al este (2).
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