Araucaria XXI ante el desafío de Haití

Haití es uno de los países más pobres y convulsos de la Tierra. Ante tantas necesidades inmediatas que atender, la conservación de la naturaleza parece un lujo que siempre puede postergarse. Sin embargo, hay caminos para mejorar la situación de los haitianos precisamente a través de un modelo sostenible de aprovechamiento de sus recursos, algo por lo que apuesta la Cooperación Española a través del programa Araucaria XXI.


Salvo excepciones cada vez más escasas, la conservación de la naturaleza –y la consiguiente mejora de la calidad de vida– no aparecen, hoy por hoy, como un asunto prioritario en ninguna parte del mundo. Pero si tuviésemos que enumerar los lugares donde más difícil se presenta el reto de lograr y mantener una relación respetuosa entre las poblaciones humanas y su entorno, la República de Haití ocuparía sin duda un puesto destacado. El objetivo de la sostenibilidad es casi una utopía en Haití y precisamente por eso, porque constituye uno de los desafíos más complicados de su quehacer en América Latina, el programa Araucaria XXI, impulsado por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), no debe ni puede dejarlo de lado. Como es sabido, Araucaria XXI inició en 2006 su segunda etapa, tras un periodo de reflexión interna que ha llevado a diversificar sus ámbitos de actuación, abordar todos los aspectos relacionados con las cuestiones ambientales y apostar por un apoyo plural en la búsqueda de la sostenibilidad. Más allá de la estricta atención a especies amenazadas y espacios protegidos, más allá incluso de la gestión integral del ciclo del agua, el programa procura hoy favorecer y apoyar procesos y proyectos sobre gestión de residuos, energías limpias, captura de carbono, comercio justo, aprovechamiento sostenible agrícola y forestal o ecoturismo, además de fortalecer las capacidades locales e institucionales asociadas a estos propósitos.