Redacción | Miércoles 22 de octubre de 2014
Carlos Alonso-Álvarez, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (Irec), con sede en Ciudad Real, es el investigador principal de un estudio que ha detectado una alta concentración de hidrocarburos procedentes del vertido del Prestige en pollos de gaviota patiamarilla (Larus michahellis) que no estuvieron directamente expuestos a la marea negra, por haber nacido al año siguiente del accidente.
En noviembre de 2002, este petrolero, con casi ochenta mil toneladas de fuel a bordo, sufrió una grave grieta en el casco que le llevó a partirse en dos frente a las costas gallegas, dando lugar a una de las catástrofes ecológicas más graves de nuestro país.
El citado estudio ha sido
realizado en colaboración con las universidades de Vigo y de Santiago de Compostela y publicado en Environment International y Aquatic Toxicology. Sus resultados demuestran que el petróleo se mantiene mucho tiempo en la cadena alimenticia. “Es preciso evaluar los efectos a largo plazo de los grandes vertidos, que pueden tener un impacto más fuerte en las dinámicas de las poblaciones afectadas que la mortalidad directa”, indica Alonso-Álvarez.
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