Debería incluirse en los listados de especies protegidas
Por Carmen Fernández-Montraveta y Mariano Cuadrado
Miércoles 22 de octubre de 2014
Aunque no sean muy populares, las arañas cumplen un papel relevante en el seno de los ecosistemas terrestres y deberían gozar de un mayor reconocimiento. Tal es el caso de Donacosa merlini, una tarántula que hasta la fecha solamente ha sido localizada en las provincias de Cádiz y Huelva.
Poco conocida y endémica del sur de España, Donacosa merlini fue descrita para la ciencia por M. Alderweireldt y R. Jocqué en el año 1991, a partir de animales capturados en suelos arenosos de pinares costeros en la zona de Doñana. No obstante, su área de distribución se ha visto ampliada recientemente al encontrarse también en hábitats similares de varias localidades de Cádiz, como Sanlúcar de Barrameda, Puerto Real y Barbate (1). D. merlini pertenece a la familia de los licósidos (Lycosidae), cuyos componentes se conocen popularmente con el nombre de tarántulas o arañas-lobo por cazar a sus presas a la carrera.
El número de especies de arañas-lobo que componen la fauna ibérica varía según los autores, de manera que puede oscilar entre las 74 (2) y las 104 (3) ó 109 (4), cifras que reflejan la diversidad de criterios y la dificultad de aplicarlos a la hora de identificarlas. Por ejemplo, algunas tarántulas ibéricas de tamaño relativamente grande aparecen unas veces incluidas dentro del género Lycosa (3) y otras dentro del género Hogna (4). En el caso de la tarántula mediterránea (Lycosa tarentula), la araña-lobo mejor conocida de la fauna peninsular, se aprecia una cierta confusión entre esta especie y otras cuatro supuestamente diferentes: Allocosa fasciiventris, A. dufouri, Hogna hispanica y L. narbonensis, todas ellas incluidas en el mismo catálogo. Un estudio morfológico y genético actualmente en curso sobre los géneros Lycosa y Hogna probablemente arroje cambios sustanciales en el futuro (5).
A pesar de estas dificultades, no hay ninguna duda sobre la singularidad de D. merlini. Las diferencias morfológicas afectan sobre todo a las estructuras genitales externas, a la forma general del prosoma (parte anterior del cuerpo de las arañas) y a la espinación de las patas. Al igual que otras especies del mismo grupo, D. merlini es una especie cavadora y, de hecho, vive en huras que excava en el suelo y que protege con un brocal muy fácil de detectar en el campo, ya que tiene forma cilíndrica y puede alcanzar los tres centímetros de altura, como si fuera una torreta. Además, tanto los adultos como los inmaduros construyen nidos con brocales. La torreta está formada por restos vegetales (acículas de pino, pequeñas ramitas) que la araña fija con seda. Las huras también son cilíndricas, se adentran verticalmente en el suelo hasta cerca de los veinte centímetros de profundidad y finalizan en una cámara un tanto ensanchada. Por lo que hemos podido ver en el campo, el nido siempre está formado por una única galería sin ramificaciones.
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