Malvasías Hibridación
Al cruzarse con la amenazada malvasía cabeciblanca, produce híbridos fértiles
Por Violeta Muñoz, Juan José Negro y Andy Green
Miércoles 22 de octubre de 2014
Estudios genéticos confirman que el mayor riesgo para la malvasía cabeciblanca, anátida globalmente amenazada cuya población reproductora europea se reduce a España, es la expansión de la malvasía canela. Ambas especies se cruzan y producen híbridos fértiles, que han llegado a reproducirse. Los investigadores aconsejan mantener los programas para erradicar a las aves invasoras y destacan la importancia de la colaboración internacional.
Las malvasías (Oxyurinae) cuentan con seis especies repartidas por el mundo. En el continente americano encontramos las malvasías enmascarada (Nomonyx dominicus), canela (O. jamaicenis) y argentina (O. vittata); en África, la malvasías macoa (O. maccoa); en Australia, la malvasía australiana (O. australis) y en Eurasia y el norte de África, la malvasía cabeciblanca (O. leucocephala), que es la única autóctona en la península Ibérica.
La malvasía cabeciblanca es el único representante del género Oxyura nativo del Paleártico occidental. Se distribuye desde España y Marruecos, en el oeste, hasta la parte occidental de China, en el este. Está declarada “En peligro” en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. BirdLife International, en un estudio del año 2000, estimó la población mundial en 2.500-10.000 ejemplares, mientras que a principios del siglo XX pudo llegar a contar con unos 100.000 (1).
La malvasía cabeciblanca ha sufrido extinciones locales y sus poblaciones están actualmente fragmentadas. Ha desaparecido como nidificante de Córcega (Francia), Italia, Hungría, Albania, Serbia, antigua Yugoslavia, Grecia, Egipto, Israel y Azerbaiján. En Marruecos también desapareció varios años, pero ha vuelto a criar desde 2000. Como en el caso de cualquier ave acuática, es necesario crear de una red de humedales protegidos para conservarla.
Nuestros estudios genéticos concernientes a las malvasías cabeciblanca y canela han aportado información clave sobre el proceso de hibridación entre ambas especies y sus consecuencias para el manejo de estas aves (2, 3). No olvidemos que la diversidad genética es un componente fundamental de la biodiversidad, junto con la riqueza en especies y ecosistemas. Es esencial para la supervivencia a largo plazo de las poblaciones, ya que permite que los procesos de adaptación al medio sigan su curso.
La importancia de conservar la diversidad genética está ampliamente reconocida y se refleja, por ejemplo, en el Convenio sobre la Diversidad Biológica. La rama de la ciencia que aplica los principios generales de la genética y la pone al servicio de la conservación de la biodiversidad es la genética de la conservación. Esta disciplina ha avanzado velozmente gracias a nuevas técnicas analíticas que permiten utilizar muestras muy pequeñas de tejido y, por tanto, no requieren el sacrificio de animales objeto de estudio.
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