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El cangrejo rojo americano en el sistema socio-ecológico de Doñana

Una especie exótica, invasora y… naturalizada

Por Paloma Alcorlo, Ángel Baltanás, Miguel Ángel Bravo y Carlos Montes

Miércoles 22 de octubre de 2014
Desde hace más de quince años, un equipo de trabajo del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid investiga diversos aspectos de la biología, la ecología y las repercusiones socio-económicas del cangrejo rojo americano, al tiempo que hace un seguimiento de sus poblaciones, en los ecosistemas acuáticos del Bajo Guadalquivir. Exponemos aquí algunas de las lecciones aprendidas sobre esta especie y el efecto que ha producido en un entorno donde fue introducida hace más de 35 años.

El cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii) es un crustáceo exótico que ha sido incluido en la lista de las veinte especies invasoras más dañinas presentes en España (1). A diferencia de lo que ocurre con la introducción accidental o intencionada, pero ilegal, de otras especies exóticas que viven en nuestro país, conocemos todos los detalles sobre la llegada del cangrejo rojo hace 35 años y con el beneplácito de la Administración ambiental de la época. El cangrejo rojo está actualmente presente en todo el país, salvo en las cuencas altas de los ríos de aguas frías, que limitan su crecimiento. Tal éxito se debe en parte a su carácter invasor, que le permite colonizar y establecer poblaciones estables en nuevos ambientes acuáticos, y en parte a la actividad humana que contribuye a su dispersión trasladando activamente individuos a dichos enclaves. Al concentrar nuestra atención sobre la zona focal de su distribución en la península Ibérica, la comarca del Bajo Guadalquivir, y examinar el devenir de sus poblaciones y de los impactos generados en el medio, concluimos que es preciso asumir un cambio relevante en la situación de esta especie. A nuestro entender, ha superado la condición de invasora y ahora conviene replantear aspectos relacionados con su ecología y gestión debido a los fuertes vínculos que ha establecido a lo largo de tres décadas, no sólo con los sistemas naturales sino también con los humanos.

Al instalarse en un sistema que le es ajeno, se trata sin duda de una especie invasora, que ha afectado severamente a sus procesos y a la diversidad biológica natural. Pero también es cierto que se ha incardinado tan estrechamente en su nuevo medio que eliminarla, destino deseable para cualquier especie invasora, se convierte en una tarea no sólo difícil, sino, en algunos aspectos, contraproducente. El cangrejo rojo americano está ya estrechamente vinculado a los ecosistemas característicos del Bajo Guadalquivir (brazos fluviales, caños, lucios, marismas, charcas, lagunas) y vamos a repasar brevemente cómo, en poco más de tres décadas, ha generado numerosas relaciones con otros componentes de su entorno. De hecho, ha provocado la reestructuración de sus comunidades y moldeado la dimensión social de los ecosistemas de la comarca hasta tal punto que es posible hablar de un antes y un después de su llegada al Bajo Guadalquivir.