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Graells, el último naturalista total

Mariano de la Paz Graells / 200 Aniversario (1809-2009)

Por Santos Casado

Miércoles 22 de octubre de 2014
La memoria de uno de los naturalistas españoles más destacados del siglo XIX puede ser ahora, al cumplirse doscientos años de su nacimiento, definitivamente rescatada y adecuadamente valorada gracias a los nuevos estudios que los historiadores de la ciencia han aportado sobre su figura, no siempre bien comprendida.

No deja de haber algo de amarga ironía en el hecho de que Mariano de la Paz Graells naciera en 1809, igual que Charles Darwin, y que, por tanto, la conmemoración de su segundo centenario haya forzosamente de coincidir con el ya llamado Año Darwin. Aunque por fortuna hay programadas actividades destinadas a celebrar en 2009 la memoria de este notable naturalista español, que será el centro de publicaciones y proyectos expositivos ya en marcha, es evidente que la efeméride darwiniana acaparará mucha mayor atención, proyectando una involuntaria sombra sobre una figura cuya talla científica, dicho sea con todo el cariño, no puede lógicamente compararse con la del sabio inglés. La ironía reside en que la valoración histórica que se ha hecho de Graells ha dependido durante mucho tiempo de una cierta imagen de científico conservador, algo anticuado si se quiere, precisamente porque se le ha medido con el rasero simplificador de considerar progresivo y moderno todo lo que fluyera en la dirección de la revolución darwiniana e, inversamente, retardatario y obsoleto todo lo que se apartara de ella.

Tal y como se refleja en el artículo de Santiago Aragón que aparece en este mismo número de Quercus, Graells no fue ciertamente un evolucionista convencido, pero tampoco se obcecó en negar todo valor a las ideas darwinistas, que de hecho manejó, de modo crítico y parcial, en algunos de sus escritos (1). Lo que se quería resaltar aquí no es, sin embargo, si Graells fue más o menos darwinista –ya queda claro que lo fue más bien menos– sino la necesidad de superar esa visión esquemática para recuperar en toda su rica integridad la figura científica de Graells en su propio contexto histórico. Figura y contexto contradictorios y complejos, como lo fue el agitado siglo XIX español. Comienza con las convulsiones de la invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia. Y en medio de esa lucha vino a nacer, un 24 de enero de 1809, Mariano de la Paz Graells y Agüera. Ocurrió en la localidad riojana de Tricio, y no porque sus padres, el uno catalán y la otra vallisoletana, tuvieran vínculos familiares en aquel pueblo de la entonces provincia de Logroño; sino porque, en aquellos turbulentos días de guerra, fue allí donde había acabado refugiándose su madre, huyendo de los soldados franceses que perseguían a los somatenes catalanes, entre los que el padre de Graells servía como médico (2). El siglo se cierra para España con la llamada Crisis del Noventaiocho, desencadenada por la pérdida de Cuba y Filipinas ante la potencia militar de Estados Unidos. Fue el desastre por antonomasia de nuestra historia contemporánea, que sacudió conciencias y espoleó demandas de regeneración nacional. Pues bien, hasta ese momento se prolongó la vida de Graells, que murió en Madrid, a la para entonces muy avanzada edad de ochenta y nueve años, el 14 de febrero de 1898.

En eso sí superó Graells a su coetáneo Darwin, que había fallecido dieciséis años antes, tras sufrir durante décadas una salud enfermiza, con la que hubo de luchar para crear su prodigiosa obra científica. Y es que Graells fue siempre un hombre de acción, enérgico, tenaz, luchador. Le gustaba jactarse de su resistente longevidad y de mantenerse activ

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